Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni dedonde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.
Las quinta columnas argelinas en España plantean erróneamente la pregunta sobre quién pudo influir en el curso electoral del 28-M.
Habida cuenta de los resultados de aquellos comicios, los que apoyan la militarización de los niños, el apartheid tribal y las alianzas con ETA no “aprovecharon” de la postura oficial sobre el Sahara marroquí.
Sin embargo, la junta militar argelina nunca oculto su podio hacia el gobierno de España y sus medios de comunicación, como todos los medios de comunicación de un régimen totalitario se alineaban desde el anuncio hasta el escrutinio, pasando por la campana electoral y el silencio electoral con la tesis “oficial”, sin parar de inmiscuirse en los asuntos interiores de un país soberano y miembro de la UE, eso si, con la complacencia o, cuando menos, la indiferencia de algunos sectores a fines a su tesis separatista.
A raíz de lo cual seria legitimo preguntarse si el régimen militar y sus garrapatas polisarista han influido en las elecciones municipales y autonómicas en España.
Evidentemente nadie hace ilusiones de que se pueda contestar la “obra” del comanditario, pero tampoco es pecado preguntarse sobre lo que parece más lógico y más veraz que otras preguntas accesorias e incidentales.