Elias D. Galati
Poeta y escritor (Argentina)
La rana y el escorpión
es una fábula que se le atribuye a Esopo, mostrando
las características de los seres y las especies y señalando la postura
existencial de creer, a veces a despecho de la realidad objetiva o de la
experiencia obtenida
En resumen el escorpión le pide a la rana que lo ayude a cruzar el río, pero
esta le pregunta si no la picará porque entonces ambos se ahogarían.
El escorpión le dice que no y la rana piensa que no será tan tonto porque
también se ahogará.
Al llegar a la mitad del trayecto en una zona de remolinos el escorpión picó
a la rana con su aguijón. La rana mientras se ahogaba le dijo no lo entiendo
porque lo hiciste.
El escorpión respondió “No puedo evitarlo, ni dejar de ser quien soy, ni
actuar contra mi naturaleza o de distinta forma a la que he aprendido” y
ambos se ahogaron.
Esta fábula puede ser comparada con la realidad social, y ser una metáfora
de ciertos comportamientos muy comunes en nuestras sociedades y también
en la costumbre de los individuos.
Toda sociedad, comunidad e individuos portamos una mochila en la cual
moran nuestras virtudes y defectos, nuestros ideales, proyectos, programas
de acción, las costumbres, las pautas educativas y nuestros valores.
Dicha mochila nos permite caminar la existencia con cierta firmeza y
dirección.
Pero algunas comunidades, sociedades y personas individuales han
incorporado un escorpión a sus mochilas.
Son aquellas que han apostado a la violencia, a la discriminación, a la
soberbia, al desequilibrio, a la indiferencia y a la falta de amor.
Se sienten bien con dichas actitudes y piensas y sienten que de esa forma
pueden avasallar, castigar y hasta destruir a los demás.
La paradoja de esto, es que como en la fábula no toman en cuenta que la
destrucción de los demás involucra también su propia destrucción.
Además de la evidente razón moral y de las consideraciones éticas del
proceso hay otra razón que es existencial.
Tengo la certeza que el acierto de Platón va más allá de su ponencia, ya que
sostenía que es bueno y moral lo que está equilibrado.
Pero es indudable que la existencia es equilibrada, y que no puede haber
existencia sin equilibrio.
Desde las elementales fuerzas físicas, desde la armonía universal en la
grandiosidad de nuestro mundo, hasta la pequeña y micro armonía de nuestro
ser, de nuestras células y de todo lo que somos.
Sin el debido equilibrio en breve desaparecería.
Aquel que no lo entiende, no entiende la naturaleza, no entiende la vida, no
se entiende a sí mismo, porque no se conoce o tiene un conocimiento
perverso de los seres y de las cosas.
He dicho muchas veces que no creo que se pueda probar racionalmente la
existencia de Dios, pero que la mejor prueba de su existencia, es que el
mundo sigue andando a pesar de los desastres y de la conducta de nosotros
los hombres.
Ese divino equilibrio, inmutable es el que genera la proyección y la
continuidad de nuestro universo.
Hoy en día como casi en toda la historia, hombres individualmente o juntos
en una comunidad o una sociedad apuestan a jugar a la rana y el escorpión y
a banalizar la violencia, la vida, la espiritualidad, la racionalidad y la virtud.
Se sienten superiores y piensan que están más allá del bien y del mal, y que
a ellos no les alcanzará, lo que ellos provocan para los demás.
Pero así no es la historia, todo desequilibrio es integral, no hay quien se salve
ni quien quede exento.
Este es nuestro mundo, todos estamos en él en iguales condiciones y con las
mismas perspectivas, derechos y obligaciones.
Nos salvamos en común o nos hundimos juntos.
Hay un solo hogar y es común, para todos, no hay diferencias ni excusas.
Cometeremos el pecado de Adán querer ser como Dios, ser los que
ordenamos y dirigimos.
Aquel que no lo crea, se encontrará en mitad del río picado por su propio
escorpión y contemplando su propio hundimiento.
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