Cansados y siempre sin tiempo. Así es como la gran mayoría de las personas se pasan el día, sumidos en el ajetreo y olvidándose de lo realmente importante: su felicidad.
Nuestra agenda diaria está llena de ocupaciones que nos impiden formular ciertas preguntas como ¿Quién soy? ¿Cuál es mi papel en la vida? Pasamos todo el tiempo pensando en lo que va a suceder mañana y nos olvidamos de vivir el presente con la intensidad que se merece. Queremos alcanzarlo todo rápido sin pensar en las consecuencias que podría acarrear la prisa y el descontrol sobre nuestra salud física y mental. Al final del día nos encontramos exhaustos y nos resulta difícil dedicar tiempo de calidad a nuestros seres queridos. Buscamos alcanzar lo imposible a lo loco para impresionar a gente que no le importamos y vivimos a la altura de nuestras creencias y no a la altura de nuestras capacidades pensando en lo que dirá la gente.
Párate un momento, reflexiona, busca la felicidad en las pequeñas grandes cosas que te rodean y prioriza tu paz mental. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche estuvo muy acertado cuando dijo: « Que la prisa por hacer no nos impida ser ».
