El éxito en redes sociales se mide por el grado de torpeza que envuelve el contenido de algunas publicaciones.
Presumir de incultura y aliarse con la mediocridad son requisitos imprescindibles para ser aceptado en la comunidad virtual. El vocabulario de muchos contenidos suele ser barriobajero y vulgar, diseñado para dirigirse al público como personas de poca edad, dando importancia al aspecto emocional en detrimento de la reflexión y el pensamiento crítico. Los temas se repiten hasta la saciedad, pero incomprensiblemente se consumen con desmesurada pasión.
Algo tan valioso como el tiempo, no debería ser gastado en el sinfín de barbaridades que circulan con descaro diariamente por internet. Antes de darle a « compartir » o « publicar », deberíamos reconsiderar bien las cosas porque por muy divertido que parezca el asunto, a largo plazo le estaremos haciendo un flaco favor a las futuras generaciones. Lo que vemos en las redes sociales es un calco de lo que ocurre en el seno de nuestras sociedades: el consumismo desenfrenado, la pasividad intelectual y el culto a la idiotez.
Debemos evitar darle protagonismo a aquellos personajes que fomentan la ignorancia, la mediocridad y la estupidez además de boicotear sus publicaciones, porque de este modo, tu instinto crítico te lo agradecerá eternamente.
El escritor italiano Humberto Eco fue muy contundente al respecto cuando dijo: « Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas ». El tiempo y los acontecimientos le dieron la razón.