La cultura es la consecuencia de cultivar los conocimientos humanos mediante el uso de las facultades intelectuales del hombre.
Es el conjunto de elementos materiales y espirituales, que fuera del entorno y los medios naturales la sociedad crea por sí misma para diferenciarse de las otras.
Constituyen la cultura la lengua, la ética, las instituciones, las artes, las ciencias, los oficios y las creencias, la moral, las normas, los hábitos, costumbres y capacidades adquiridas.
La cultura es eminentemente social, y está íntimamente vinculada con las relaciones de la comunidad, ya que ese intercambio es el generador y formador de la misma.
La cultura engendra una mejoría, un progreso en el ser tanto individual como social, tendiendo a perfeccionarlo.
Es evidente que hay en el hombre una tendencia a la perfección, y una proyección hacia el futuro, que engendra la condición de superar errores, adaptarse a las circunstancias y tratar de vivir mejor para lograr la felicidad.
Esta relación deja marcas en la psiquis y en el interior del hombre, que van consolidando su crecimiento, y que con el tiempo serán sus valores esenciales que determinarán su forma cultural y contribuirán a crear la cultura de la sociedad donde vive.
Sobre su constitución natural el hombre sobre escribe los conceptos culturales aprendidos.
Ellos serán la base de su acción y de su comportamiento, como el sustento de sus ideas, de sus proyectos, de sus inquietudes y su desarrollo.
Se forma una idea interior, se consolida en un pensamiento, y se traduce y expresa en sus palabras y en sus acciones.
Pero la relación entre la interacción social y la cultura de cada individuo va creando una situación especial en cuanto a la comunicación, por la incidencia, la trascendencia y la proyección que la misma puede tener en los demás.
Asumido que la condición individual es particular, y no siempre es la misma entre todas las personas de una comunidad, la colisión de ideas, ideologías, valores y creencias es común.
Entonces lo que una piensa y expresa puede ser cuestionado o no entendido por otros, generando conflicto no sólo de palabras sino de intereses.
El hombre aprende entonces a tamizar sus pensamientos y expresarlos no siempre de la misma forma, y a veces envueltos en condiciones que los hagan más difusos para no colisionar con los demás.
Un primer ejemplo lo podemos señalar con nuestros dichos a veces en términos de advertencia o de condición, según a quienes sean dirigidos; ya sea a quienes apreciamos, a quienes nos son indiferentes o a quienes tenemos como opositores o contrarios.
Como expresemos nuestras ideas y pensamientos va a ser distinto y estará teñido con la condición de sentimiento y voluntad que tengamos hacia ellos, a los amigos lo haremos con discreción y procurando avenirnos, a los que nos son indiferentes lo haremos sin condición, y a quienes son contrarios le cargaremos las tintas de la condición en su expresión.
Un segundo ejemplo es la situación que se nos plantea, en el contexto social, con nuestra expresión pura y simple, y con la valoración como es recibida por el resto.
Es común ver en muchas sociedades como se resalta actos de generosidad, como devolver lo que se ha encontrado o solidarizarse con alguien, cuando debería ser normal y no excepcional.
También la condición de ayudar a quien lo necesita y no tiene, se toma como un acto de valor excepcional, cuando debería ser normal.
También cuando expresa pura y simplemente lo que siente, es posible que sea mal entendido, o que sea considerado como frágil, timorato, débil y poco hombre.
Todo ello hace que el hombre tienda a esconder lo que verdaderamente piensa y a elegir convenientemente lo que dice o no.
En la mayoría de las sociedades modernas esto es moneda corriente, y provoca que rara vez se sepa en realidad si aquello que se dice es lo que piensa una persona, o lo dice por conveniencia.
Una sociedad donde sus miembros no se conocen de verdad, ya que la única forma de saber lo que uno piensa es por lo que expresa, no tiene fundamentos firmes y su entramado es lábil.
Es posible que esta sea la condición que hace a la debilidad de la ligazón social en nuestras condiciones.
Para superarla es necesario, que todos sean capaces de decir abiertamente lo que realmente piensan, que sean responsables de sus actos, y que los demás sean respetuosos de las decisiones, ideas y valores que dentro de la condición de libertad, justicia, bondad y responsabilidad se expresen auténticamente y de buena fe con sus congéneres.
FERIA DEL LIBRO
CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES
ELIAS D. GALATI
Firmará libros Domingo 30 de ABRIL
De 15 a 17 horas Stand 2115 Pabellón Amarillo
Editorial 3 más 1
De 17 a 18 horas Stand 1722 Pabellón Amarillo
Sociedad Argentina de Escritores
Presentará su libro REFLEXIONES
Editorial 3 más 1
Miércoles 3 de MAYO a las 16 horas
Sala ADOLFO BIOY CASARES
La cultura es la consecuencia de cultivar los conocimientos humanos mediante el uso de las facultades intelectuales del hombre.
Es el conjunto de elementos materiales y espirituales, que fuera del entorno y los medios naturales la sociedad crea por sí misma para diferenciarse de las otras.
Constituyen la cultura la lengua, la ética, las instituciones, las artes, las ciencias, los oficios y las creencias, la moral, las normas, los hábitos, costumbres y capacidades adquiridas.
La cultura es eminentemente social, y está íntimamente vinculada con las relaciones de la comunidad, ya que ese intercambio es el generador y formador de la misma.
La cultura engendra una mejoría, un progreso en el ser tanto individual como social, tendiendo a perfeccionarlo.
Es evidente que hay en el hombre una tendencia a la perfección, y una proyección hacia el futuro, que engendra la condición de superar errores, adaptarse a las circunstancias y tratar de vivir mejor para lograr la felicidad.
Esta relación deja marcas en la psiquis y en el interior del hombre, que van consolidando su crecimiento, y que con el tiempo serán sus valores esenciales que determinarán su forma cultural y contribuirán a crear la cultura de la sociedad donde vive.
Sobre su constitución natural el hombre sobre escribe los conceptos culturales aprendidos.
Ellos serán la base de su acción y de su comportamiento, como el sustento de sus ideas, de sus proyectos, de sus inquietudes y su desarrollo.
Se forma una idea interior, se consolida en un pensamiento, y se traduce y expresa en sus palabras y en sus acciones.
Pero la relación entre la interacción social y la cultura de cada individuo va creando una situación especial en cuanto a la comunicación, por la incidencia, la trascendencia y la proyección que la misma puede tener en los demás.
Asumido que la condición individual es particular, y no siempre es la misma entre todas las personas de una comunidad, la colisión de ideas, ideologías, valores y creencias es común.
Entonces lo que una piensa y expresa puede ser cuestionado o no entendido por otros, generando conflicto no sólo de palabras sino de intereses.
El hombre aprende entonces a tamizar sus pensamientos y expresarlos no siempre de la misma forma, y a veces envueltos en condiciones que los hagan más difusos para no colisionar con los demás.
Un primer ejemplo lo podemos señalar con nuestros dichos a veces en términos de advertencia o de condición, según a quienes sean dirigidos; ya sea a quienes apreciamos, a quienes nos son indiferentes o a quienes tenemos como opositores o contrarios.
Como expresemos nuestras ideas y pensamientos va a ser distinto y estará teñido con la condición de sentimiento y voluntad que tengamos hacia ellos, a los amigos lo haremos con discreción y procurando avenirnos, a los que nos son indiferentes lo haremos sin condición, y a quienes son contrarios le cargaremos las tintas de la condición en su expresión.
Un segundo ejemplo es la situación que se nos plantea, en el contexto social, con nuestra expresión pura y simple, y con la valoración como es recibida por el resto.
Es común ver en muchas sociedades como se resalta actos de generosidad, como devolver lo que se ha encontrado o solidarizarse con alguien, cuando debería ser normal y no excepcional.
También la condición de ayudar a quien lo necesita y no tiene, se toma como un acto de valor excepcional, cuando debería ser normal.
También cuando expresa pura y simplemente lo que siente, es posible que sea mal entendido, o que sea considerado como frágil, timorato, débil y poco hombre.
Todo ello hace que el hombre tienda a esconder lo que verdaderamente piensa y a elegir convenientemente lo que dice o no.
En la mayoría de las sociedades modernas esto es moneda corriente, y provoca que rara vez se sepa en realidad si aquello que se dice es lo que piensa una persona, o lo dice por conveniencia.
Una sociedad donde sus miembros no se conocen de verdad, ya que la única forma de saber lo que uno piensa es por lo que expresa, no tiene fundamentos firmes y su entramado es lábil.
Es posible que esta sea la condición que hace a la debilidad de la ligazón social en nuestras condiciones.
Para superarla es necesario, que todos sean capaces de decir abiertamente lo que realmente piensan, que sean responsables de sus actos, y que los demás sean respetuosos de las decisiones, ideas y valores que dentro de la condición de libertad, justicia, bondad y responsabilidad se expresen auténticamente y de buena fe con sus congéneres.
En ese marco la cultura y la relación social encontrarán el equilibrio necesario para una vida social armónica y en paz.
Elias D Galati
En ese marco la cultura y la relación social encontrarán el equilibrio necesario para una vida social armónica y en paz.