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Lecturas ramadanescas: Relatos del Corán o Historia de los profetas hoy:  Hoy: II- NOÉ[1] De Mohamed Ahmed Jad Al Maula, Mohamed Abu Al Fadel Ibrahim y Ali Mohamed Al Bajaui Al Said Chatta. Traducido por Said Jedidi y editado, por Dar AlKotob Al Ilmiya (Beirut)editado, por Dar AlKotob Al Ilmiya (Beirut)

Especial Ramadán

El pueblo de Noé había practicado durante mucho tiempo el culto de los ídolos, divinizándolos para solicitar el bien, rechazar el mal y regresar a ellos en cada ocasión. Los designaban con todos los nombres: Wedd, Suwaa o Lagouth o en otras ocasiones, Ya’ouk y Nas’r[2], impulsados por la ignorancia y cegados por la pasión. Fue asi como Allah le Envió a Noé, que la bendición de Allah sea sobre él.

Noé era un hombre elocuente que poseía una impresionante facultad de explicar las cosas de manera cabal y fehaciente y tenía el arte y la aptitud de llevar a cabo con paciencia una discusión. Discreto, muy indulgente¸ Noé estaba dotado de una facultad excepcional a refutar los argumentos y a convencer a los rivales con perspicacia. Instó entonces a su gente a adorar a Allah, no pudiendo disuadir ni siquiera a sus próximos. Los advirtió contra el castigo, haciendo ellos oído de mercader. Les explicó la buena retribución pero no querían saber nada, mostrando un orgullo extremo. Entabló una larga discusión con ellos, sirviéndose de argumentos y pruebas, armándose de paciencia, haciendo uso de paciencia y colmándolos con palabras tentadoras. Noé no perdió la esperanza de su retorno a Allah ni dejó que le invadiera el desaliento. Al contrario, insistió en transmitirles el Mensaje de Allah, predicando con su pueblo día y noche, abierta y confidencialmente, atrayendo la atención sobre el sistema de la existencia y la extraordinaria conformación de las criaturas: una noche obscura, un cielo con sus constelaciones zodiacales, una luna que boga, un sol que brilla, una tierra en el interior de la cual Allah Ha Hecho brotar el agua y salir plantas y frutas.

Todos estos fenómenos constituyen una elocuente prueba y un sólido argumento de la existencia de un Dios Único y Solo con ilimitados poderes.

De esta manera, Noé proseguía su lucha y sus discusiones. A veces presentaba pruebas, otras proporcionaba argumentos hasta que logró convencer a un pequeño grupo de hombres, que respondió finalmente a su llamamiento y tomó su palabra por verdad mientras que los que tenían el corazón precintado y no habían creído en Allah, habiendo elegido voluntariamente la desgracia y desviándose del camino recto eran los dirigentes y los notables de este pueblo. Se burlaban de él, diciéndole: “No eres más que un ser parecido a nosotros. Uno de los nuestros. Si Allah Hubiera Deseado Enviar a un mensajero, nos Habría Enviado, mas bien, a un ángel al que hubiésemos escuchado y aceptado sus enseñanzas. Luego, los que te han seguido pertenecen a la baja sociedad, residuos del pueblo que solo ejercen malos oficios y las malas profesiones. Te han seguido sin reflexionar y sin endurecer sus pensamientos. Carecen de madurez sobre el plano de ideas. No obstante, si lo que predicas era verdad nos hubiéramos anticipado a estos residuos a escuchar tu llamamiento y si lo que nos has contado era la verdad hubiéramos acordado fe a tu llamamiento y seguido tus preceptos porque somos clarividentes, dotados de sagacidad y de sabiduría.

Persistieron en esta controversia, continuando a tergiversar diciendo: “Noé, no vemos en ti ni en los residuos que te siguen ninguna superioridad sobre nosotros. Es decir: la buena razón y la inteligencia, la clarividencia y la buena dirección de los asuntos, el conocimiento de la Hora (el Día de Resurrección) de lo que hay después de la muerte. Al contrario, creemos que eres un gran mentiroso”.

Noé se limitó a no resignarse ante sus insolencias, conservando intacta su paciencia, su buena razón y su sabiduría. Luego contestó: “O mi pueblo, como queráis. Si por la gracias de mi Señor soy pudiente de una prueba procedente de Él que atestara mi franqueza y que no está a vuestro alcance ¿Acaso debemos imponérosla, pese a vuestra repugnancia, si la creéis dudosa y que insistáis a ocultar el sol con la punta del dedo y sofocar la brillante verdad con vuestras manos? No. No estoy dispuesto a obligaros por fuerza a acordarme vuestra fe”.

Le dijeron: “O Noé si quieres que estemos en el camino recto y que te acordemos la victoria y el refuerzo, antes debes descartar a estas débiles pequeñas pobres estelas y dejar de protegerlas porque no podemos ir en su compañía ni actuar a su manera ni aliarse a ellos por la creencia. En efecto ¿Cómo podemos abrazar una religión que coloca al noble y al ofendido, al rey y los residuos en el mismo rango?”, respondiendo Noé: “Es un llamamiento general e universal destinado a todos vosotros, que iguala al que tiene un espíritu perspicaz y al indiferente, el ilustre y el ordinario, el rico y el pobre, el gobernador y el gobernado. Supongamos que he aceptado vuestra solicitud y realizado vuestro deseo, rechazándolos ¿En quién puedo apoyarme y de qué apoyo podré beneficiar para proteger esta religión? Luego… ¿Cómo puedo expulsar a los que me han asistido con su apoyo cuando vosotros me habíais traicionado, los que, en su fe interior, estaban enteramente influenciados por mi palabra, no encontrando en vosotros no encontré más que desconocimiento e ingratitud? Además, esta gente no ha cesado de invitar a los demás a esta religión, instándolos a defenderla. ¿En qué situación me encontraría cuando, un día, todos ante Allah, me acusaran, se servirán de argumentos y se quejarán de mí por haber mal obrado y haber convertido la ingratitud en un bien y la ignorancia en una generosidad? Sois unos ignorantes”.

Al alcanzar la irritación el grado de irritación y el desacuerdo se convirtió cada vez más intenso, se cansaron, sintiéndose estorbados dijeron: “Noé, has discutido demasiado con nosotros. Si eres sincero haz llegar lo que nos has amenazado”. Noé se burló de ellos diciendo: “estáis en un extravío excesivo e insistís a continuar asi. ¿Quién soy yo para infligiros el dolor o evitarlo contra vosotros? No soy más que un humano como vosotros que recibe la revelación. No tenéis otra divinidad que la del Señor. Os transmito lo que Allah me Ha Ordenado. Os anuncio la buena retribución como el castigo. Sin género alguno de dudas, yodo se atribuye a Allah. Si Quiere, os Guiará en el buen camino. Si quiere os Perjudica, dejándoos gozar durante mucho tiempo para infligiros un castigo ejemplar y haceros padecer insoportables tormentos”. Allah Gratificó a los profetas con una fuerte capacidad para superar las dificultades, Proporcionándoles una ilimitada paciencia para transmitir los mensajes divinos de la manera más perfecta y entablar discusiones útiles e interesantes.

Además, los profetas estaban dotados de una impecable clarividencia e indulgencia para que, una vez ante Allah, la gente no tenga ninguna alegación para justificar sus errores y que los infieles no se sirvieran de ninguna excusa.

Noé era uno de los hombres de acción. Permaneció entre su gente “mil menos cincuenta años”, soportando con paciencia sus perjuicios y haciendo frente con indulgencia a sus burlas, acechando con atención y aspirando a descubrir en ellos  una pequeña chispa de creencia, pero… en vano. Se convertían, cada vez mas insolentes dando espalda con desprecio a su llamamiento. La esperanza se convirtió en ilusoria. Decepcionado, Noé buscó refugio en su Señor. Se Le quejaba, pidiéndole socorro contra los que lo habían convertido en impotente a pesar de sus grandes facultades; Por poco iba a perder la esperanza en su retorno hacia Allah que, al final Le Insinuó: “Nadie más de tu pueblo creerá excepto los que lo hayan hecho ya. No sufras por lo que hacen”.

Desde el instante en que Noé constató que todo lo que Allah le Contó era verdad, que nadie más de su pueblo creerá y que los infieles tenían el corazón, sellado, no escuchando ningún consejo y a ninguna buena fe, suplicó a Allah en toda sinceridad de hacer descender sobre ellos el castigo prometido. Dijo: “Señor, no Dejes a ningún infiel circular en la tierra, sin lo cual desviaran a Tus servidores, no engendrando mas a los libertinos, refractarios a la fe”.

Allah Escuchó su solicitud y le Reveló: “Construye un arca con Nuestros ojos y según Nuestra revelación y no Me hables mas de los injustos, serán ahogados”.

Noé se instaló en un lugar muy lejos de la ciudad comenzando a preparar las tablas y los clavos, dedicándose al trabajo sin poder escapar a sus burlas  sin poder escapar a sus burlas  sus bromas. Algunos le decían: “O Noé, ayer pretendías que eras un mensajero de Allah y un profeta. ¿Cómo es posible que te hayas convertido en un carpintero. Has renunciado a la profecía?”. Otros le decían: “¿Por qué pues, preparas esta arca si no vemos ni océano ni mar?”. Noé no escuchaba. Respondiendo a esta indecente palabra dijo: “Si os burláis, dentro de poco los papeles serán inversos. Dentro de poco sabréis a quien será infligido un castigo envilecedor y sobre quien caerá un suplicio perpetuo”.

Lo dijo volviendo a concentrarse sobre su trabajo, erigiendo las tablas a veces, enlazando las partes, otras, hasta el momento en que un arca solida comenzaba a cobrar cuerpo. Noé cumplió con gran atención la orden de Allah que le Había revelado antes: “Cuando interviene Nuestra orden y que Nuestras señales son reveladas, carga en el arca una pareja de cada especie, tu familia, a excepción de los que se ha pronunciado el fallo y los que creen. Sin duda la voluntad de Allah será cumplida”.

Allah Envió del cielo un agua torrencial, Haciendo surgir abundantes fuentes. El torrente alcanzó las alturas, cubriendo las planicies y las colinas. Noé se dirigió rápidamente hacia el arca, llevando con él lo que Dios Había Ordenado de llevar. Es decir: los creyentes, los animales y las plantas. “Que en nombre de Allah se cumplan su trayecto y su remojo”, dijo Noé quien, a veces, se encontraba expuesto a ráfagas ligeras de viento o a tempestades tormentosas y violentas, otras. Las olas resaltaban en lo más profundo de ellas las tumbas de los infieles y la espuma del mar sus mortajas. Combatían la muerte y la muerte les combatía, luchando contra las olas y las olas  los transportaba en sus entrañas hasta el momento en que el diluvio los engulló llevándolos hacia el abismo.

Desde la cubierta del arca, Noé vio a su hijo Kana’n arrasado por las olas, intentando de agarrarse a lo que sea para salvarse. Kana’n trató de subir a una colina para estar a salvo, pero la muerte estaba mu de subir a una colina para protegerse, pero la muerte estaba muy cerca de él. Por poco se ahogaba, su padre se enterneció, sintiendo piedad por él. Estos sentimientos de piedad y de amor paterno propios de un padre, indujeron a Noé a llamar a su hijo, con la esperanza de llegar a su corazón. ¿A dónde irás, hijo? ¿Huyes de la voluntad divina. Ven por aquí. Estarás con tu familia salvado. Mi querido hijo sube con nosotros. No te quedes allí “.

Estas palabras tan cariñosas no impactaron en el hijo descarriado ni pudieron penetrar en su corazón sellado. Se creía capaz de protegerse contra los peligros y escaparse a la voluntad divina. Dijo a su padre: “Déjame tranquilo. Me refugiaré en una montana a la que no llegara el agua. Preocupado, con una inmensa pena Noé le dijo: “Hoy no hay ningún protector contra la voluntad de Allah, salvo quien Allah le Otorga su misericordia”. Las olas se interpusieron entre ambos. El torrente los separó. Noé no soportaba ver a su hijo morir, este hijo que le era el más querido el más precioso del mundo. Desde entonces, el corazón afligido de dolor dirigió una desesperada plegaria a Allah¸ Único recurso de los entristecidos y el Único apoyo de los afligidos. Dijo: “Señor, mi hijo es de mi familia. Tú Has Prometido salvarme y los que creen entre mi familia y Tu promesa es la verdad. Señor Tu Eres el más equitativo de los jueces”.

Allah le Insinuó: “No. No es de los tuyos ni de tus próximos. Ha elegido el extravío. Merece el castigo prometido a los incrédulos. Solo es de los tuyos quien te haya acordado fe y que tomó la palabra por verdadera, respondiendo a tu llamamiento. Esta gente es, efectivamente de los tuyos. A ellos, en efecto, Les Prometí salvarlos y evitarles la angustia. “Era de Nuestros deberes gratificar a los creyentes”. No obstante, los que no han creído en tu invitación y que desmintieron la palabra de Allah no son de los tuyos y no merecen tu intercesión en su favor pese a la existencia entre vosotros un lazo de parentesco muy sólido.

Sin duda, estas gentes son mortales. Un día se encontrará ante la inevitable cita, la muerte aunque se agarraran a una cosa e intentasen protegerse, si tienen también el apoyo, la fuerza y el poder. Desconfía. No Me hables de lo que no sabes o de discutir Conmigo de lo que ignoras. “En efecto, Te Advierto contra el paganismo”.

En aquél instante, Noé realizó que su simpatía por su hijo lo había desviado de la verdad que su piedad por él lo condujo hacia el mal camino. Si, debió, levantar las manos para agradecer a Allah por sus favores, Allah que los había salvado, él y los creyentes entre su pueblo del naufragio y de la muerte que los Había puesto al abrigo del castigo infligido a los infieles. Noé se entregó a su Señor, pidiéndole perdón, refugiándose ante Él, buscando¸ en Su misericordia, un abrigo seguro. Dijo: “Me refugio en Ti contra toda solicitud de mi parte concerniente a lo que no sé. Si no Me Perdonas y no Me hagas tu misericordia estaré perdido”.

Las olas se interpusieron entre ellos. Kana’n figuraba entre los náufragos. Una vez que la voluntad de Dios fue cumplida y que los ateos se convirtieron en un recuerdo, cesó de llover, la tierra absorbió su agua y el arca atracó en el monte Judy[3], “Lejos de nosotros los injustos”, dijo Noé.

Se le dijo: “¡Desembarca en paz! Con los que han creído entre tu pueblo. Os bendecimos. Que Allah Os proteja”

[1] La familia de Amran (Al Imran) 33, Las mujeres (An-nnisaa) 163, las bestias (Al Anaam) 84, las murallas ( Al-aaraf) 59-62, Jonas (Yunus) 71, Houd (Hud) 25-49, los profetas (Al Anbiyaa) 76-77, las filas (Assa-fat) 75-82

[2]  Nombre de estatuas que más tarde fueron venerados por los árabes

[3]   Se dice que se trata de un monte en el que el arca de Noé acostó

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