Jihane Jedidi es optica/periodista directora de comunidad infomarruecos
Foto: Jedidi Media
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Evocando en familia el estado de solidaridad social con las « victimas » del intenso frío que azota a Marruecos actualmente, me cuenta mi padre que en su Tetuán natal había un comedor popular para todos los necesitados de la ciudad.
También había, hasta hace poco, una especie de asociación anónima que se encargaba de dar (en Fendak Lebadi), anualmente, una chilaba y una manta a todos los pobres de la ciudad.
Es más, y más admirable: en el antiguo hospital psiquiátrico Sidi Frej se ha hecho una casa-albergue para todos los tetuaníes que el tiempo no haya favorecido.
Habitación con su mantenimiento por un personal doméstico, comida y hasta ropa cuando es necesario.
La paradoja en todo esto es que nadie o casi nadie supo nunca de donde provenían los fondos. No obstante, se rumorea que eran los ricos (acomodados financieramente) de la ciudad que contribuían para paliar la pobreza y para hacer cundir un espíritu solidario.
De lo que llama herencia generacional, mi padre, cita a la asociación Hanan para los discapacitados, un modelo ya mundial de acción social y a otras que obran en el ámbito infantil.