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Lo Dicho y lo No Dicho de Mohamed VI El Africano – Por Talaa Saoud Atlassi

En otro medio: quid.ma

Talaa Saoud Atlassi
Periodista

En su discurso a la nación con motivo del 48º aniversario de la Marcha Verde, el rey Mohammed VI, fiel al proyecto de desarrollo y reforma en curso en el Reino, integró este proyecto en su dimensión africana, vinculando el desarrollo de las provincias del sur a 23 Estados del África atlántica en una dinámica recíproca.

La Marcha Verde culminó con la recuperación de las provincias del Sur de la ocupación española. Se continuó con la creación de condiciones de vida digna en estas regiones mediante la realización de diversos proyectos de desarrollo. Un impulso que ha experimentado una aceleración notable en el último cuarto de siglo y que el discurso real busca llevar a una velocidad superior abriendo la región más allá de su « nacionalidad » para extenderla desde la fachada atlántica a todo el continente.

En consonancia con su visión del desarrollo estratégico, el Soberano recordó la importancia de los esfuerzos que se están realizando en la costa mediterránea de Marruecos y las promesas que encierran en términos de cooperación con la orilla norte del Mare Nostrum. En la visión del Rey, esta solo será suficiente o segura si se vincula a la fachada atlántica, cuyo nivel de desarrollo, a través del enfoque Sur-Sur, estará a la altura de las aspiraciones africanas sobre una base de beneficio mutuo. Solo entonces el Reino habrá cumplido completamente su función como unión estratégica entre continentes, economías y culturas.

El discurso real encierra una serie de orientaciones relacionadas con la dimensión africana en el proceso de desarrollo en curso en el Reino, basándose en los proyectos en marcha en las provincias del Sur. Es en este sentido que se debe entender la importancia otorgada a la dimensión marítima de la fachada atlántica de las provincias del Sur en su interacción positiva con la vecindad atlántica del Reino. Con ello, el Soberano quiere decir que Marruecos solo es verdaderamente fuerte y tiene éxito cuando implica a su entorno natural africano en sus esfuerzos de desarrollo.

Siguiendo el modelo de Dajla, por mencionar solo el aspecto turístico de esta parte de la fachada atlántica, proyectos similares e igualmente exitosos podrían surgir y desarrollarse aún más si se extienden a lo largo de toda la costa atlántica africana, una de las más extensas, diversas y ricas. Este es un sector en el cual Marruecos, en el marco de un intercambio mutuamente beneficioso, puede aportar una experiencia africana indiscutible y beneficiarse de un espacio de co-desarrollo donde ningún socio sería un actor pasivo.

Marruecos cuenta con logros concretos en turismo, con Dajla convertida en abanderada, pero también en pesca marítima, como demuestran los puertos de las provincias del Sur. Por ello,  el Soberano insta a dar a estas historias de éxito una perspectiva africana, donde el gigantesco puerto de Dajla en la costa atlántica podría servir como centro y generador de proyectos en el proceso de desarrollo nacional y continental compartido.

La visión real, lejos de limitarse a enumerar las potencialidades de la fachada atlántica de las provincias del Sur, abarca la región sahelo-sahariana. Aquí, el Soberano propone un proyecto de desarrollo que, al abrir oportunidades en el Atlántico para esta región, podría contribuir a resolver sus múltiples problemas que las medidas de seguridad por sí solas no podrían paliar. Esta visión requiere una contribución internacional, donde los actores deberían involucrarse más allá de sus vínculos militares con la región, centrándose en el desarrollo de infraestructuras, especialmente carreteras, para favorecer la aparición de una dinámica de desarrollo que fortalezca la apertura al Atlántico.

El interés del Soberano por África y su desarrollo, expresado a lo largo de las últimas dos décadas a través de una presencia económica efectiva en varios países de África Occidental, ha alcanzado en la proyección que tiene del futuro del Reino con su continente un grado de madurez que le permite mirar más allá, apuntar más alto y actuar con más fuerza. Hay, sin duda, un componente emocional y afectivo en el acercamiento del Rey a África. Pero hay también, y sobre todo, una valoración objetiva y racional del estado actual de las cosas, de sus debilidades y de sus fortalezas, que la fibra africana aporta para trascender dificultades y obstáculos, para soñar concretamente con las posibilidades de un futuro en el que África tenga su lugar pleno, su derecho a hablar y su derecho a vivir.

Por lo tanto, no es casualidad que, por primera vez, un líder de un país africano se aventura a presentar una propuesta de desarrollo tan audaz y arriesgada, ya que no será del gusto de todos, con el objetivo de sacar a la zona sahelo-sahariana del atolladero en el que ha estado luchando desde las independencias. No siendo « etnocéntrico » en absoluto, el Rey de Marruecos, que tiene una aguda conciencia de la interdependencia afroafricana para su desarrollo, ya que la salvación de África solo puede venir del continente, no podía limitarse a los asuntos de su Reino. Motivado por su vocación africana, propone y emprende iniciativas para sacar a esta región de los planteamientos de seguridad en los que se encuentra atrapada.

En su discurso, el Rey no se mostró triunfalista al hablar de los éxitos de su diplomacia, que han permitido cosechar tantos logros para la integridad territorial del Reino. El Soberano lo relacionó con la « seriedad » de la política marroquí, esa rara virtud que sustenta un sistema de valores ancestrales basado en la tolerancia y la apertura, el mismo que permitió la aparición de la iniciativa de autonomía marroquí como propuesta destinada a resolver una disputa artificial en torno a la marroquinidad del Sáhara. Esto forma parte de una cultura política marroquí acostumbrada a intervenir para resolver conflictos en lugar de amplificarlos y complicarlos aún más. Es esta misma seriedad la que aplica a la dimensión africana de su visión del mundo.

Pero si la preocupación del Rey por África es explícita, su discurso también incluyó significativos « no dichos ». El silencio del Rey sobre ciertas cuestiones tiene sin duda su peso en oro. El Soberano enfatiza que Marruecos no tiene otra preocupación que el desarrollo de sus provincias del Sur y su contribución al proceso de desarrollo nacional en su conjunto, teniendo en cuenta el necesario anclaje del Reino en su profundidad africana.

La posición de Marruecos es clara: no está dispuesto a dejarse impresionar por las gesticulaciones y fechorías de los dirigentes argelinos, a través de las milicias del Polisario, en la ciudad de Es-Smara. Las cosas se ponen en su lugar: pretensiones terroristas a las que el Reino se enfrenta con los procedimientos legales habituales. La dirección política de Marruecos, todo Marruecos, está preocupada por marcar el rumbo de la paz y la seguridad al servicio del ciudadano marroquí y del desarrollo del continente africano.

(Traducido del francés por InfoMarruecos.ma)

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