Los relatos del Corán (o de los Profetas), Hoy: LOT[1] (27), de: Muhammad Ahmed Jad al-Moula Muhammad Abu al-Fadel Ibrahim Ali Muhammad al-Bajaoui Al-Saïd Chahata Traducido al español por Said Jedidi (Dar Al Kutub Al Ilmya- Beirut)
"Relatos del Corán"
(Dar Al Kutub Al Ilmiya-Beirut)
Abraham salió de Egipto, regresando a la Meca en compañía de su sobrino Lot, instalándose en este santo país después de haber transportado con ellos todas las riquezas que poseían: dinero y ganado. El lugar era muy pequeño para acoger a la numerosa multitud. Entonces Lot abandonó la ciudad, donde estaba con su tío y su familia, efectuando una parada en Sodoma.Pero… !Qué desgracia ! La gente de la zona era perversa. Tenían muy malas intenciones y pecaban, sin temor ni vergüenza, abiertamente. No se avergonzaban de sus actos. Al contrario, hacían gala de estos actos reprehensibles. Llevaba una vida disoluta y libertina. Por ello se convirtieron en el pueblo más impúdico que nunca había existido en el mundo. Malos como eran, practicaban el bandolerismo y traicionaban a sus amigos sin escrúpulos o pudor. Perseguían a las caravanas, incluidas las pasajeras, robando su dinero y sus bienes, atacando a los peatones, desvalijándolos dejándolos en la desgracia y la malaventura. Los que tenían la mala suerte de ser su presa, eran abandonados en el desierto, no pudiendo hacer otra cosa sino deplorar su perdida.
En efecto la gente de Lot era licenciosa y libertina a la que ni la religión ni la vergüenza podía disuadir a cambiar esta abominable conducta. Daban espalda a todo consejo y no escuchaban ni la voz de la razón ni las admoniciones de unos cuantos hombres honestos, que, por gracia de Allah, habían logrado preservar su clarividencia y su razón.
Como si estos sedientes espíritus no se limitaran a hacer estos actos reprensibles, como si estos corazones cegados nunca hayan conocido el sentido de la bondad¸ con una sed insatisfecha de cometer los pecados y a no sentir nunca la satisfacción, la gente de Lot, para alcanzar el punto álgido de su vil conducta, inventaron acciones exorbitantes de una inmoralidad nunca conocida antes ni será conocida después: en vez de mujeres, satisfacían sus deseos carnales con los hombres cometiendo actos contra la naturaleza.”Os entregáis a la concupiscencia en vuestras relaciones carnales con los hombres en vez de mujeres. Sois paganos. Practicáis la homosexualidad, el bandolerismo y cometéis entre vosotros atrocidades” les acusó Lot. Si se limitasen a cometer escondidos la ignominia, por lo menos que traten de volver arrepentidos a Allah, entonces el mal seria menos grave. Pero lo más graves es que imponían a la gente seguir su infamia, de acordarles fe, de aliarse a ellos y de imitar sus horribles acciones. La gente de Sodoma perseveraba en su mal comportamiento hasta que la ignominia se propagó por toda la ciudad, haciéndose cada vez más grave.
¿A caso podemos afirmar que se habían acomodado al amor de cometer errores tan enormes y tan repugnantes? Difícilmente, sino Allah nunca le Hubiera Enviado a un mensajero para predicar con su Mensaje.
Cada vez que la gente de Sodoma era asolada de una parecida maldición, optaba voluntariamente por el extravío, desviándose conscientemente del camino recto y avalando las insinuaciones de Satanás quien desde el alba de la existencia juró seducir a la gente, conduciéndola hacia la agitación y la tentación. Allah Instituyó a Lot como mensajero, Encargándolo de instar a su gente al monoteísmo, siendo para ella el salvador que la guiara en el camino recto. Lot era, pues, el ser elegido para advertir a esta gente contra sus ignominias. Desde entonces predicaba con el mensaje de Allah.
Pero… ¿Cómo era su reacción?
La gente de Sodoma no tenía oído receptivo ni los corazones abiertos. Se dedicaban obstinadamente a la infamia y preferían una vida disoluta y libertina, superando todos los límites y las delimitaciones de la lógica. Era pagana que pese a las repetidas advertencias no volvía a la razón. Aquella gente sentía una fuerte tentación de cometer aquellos actos criminales. Sus espíritus insensatos, dirigidos por el diablo y dominados por la maldad los habían incitado a deliberar en torno a Lot para expulsarlo de la ciudad, comenzando a amenazarlo y a advertir a los que le habían acordado fe que iban a ser, como él, expulsados de la ciudad. Éstos no habían cometido ningún pecado sino se limitaron a declararse inocentes de lo que hacían sus conciudadanos. “Por todas respuestas, sus clamaban: ¡expulsad de vuestra ciudad a esta gente que parece ser casta!”.
¿Qué error habían cometido Lot y los suyos?
Lot no hizo más que execrar las acciones perversas de sus conciudadanos, santificándose de sus oprobios y retirarse de sus ignominias, incitándolos a seguir el camino de la verdad y a volver a Allah.
Al presentir su insumisión y su tendencia hacia el mal, Lot los aconsejó infructuosamente temer el castigo de un día convenido. Hacían oído de mercader ante sus múltiples e insistentes advertencias y llamamientos a tomar muy en serio las represalias del Señor.
A pesar de todo, Lot no perdió en ningún momento la esperanza de convencerlos a volver a la razón. Día y noche predicaba, anunciándoles que las consecuencias de sus malas acciones y de sus perjuicios, serán grave, perseverando ellos en el error y en el extravío, rechazando escuchar la voz de la razón, manifestando su rigurosa adhesión a sus acciones perversas y provocando a Lot, pidiéndole irónicamente provocar el castigo con que les amenazaba e infligirles lo que merecían como lo pretendía.
Lot pidió a Allah de Ayudarle contra esta gente corrupta y corruptora, infligiéndola un castigo cruel. Por ser obstinados y paganos, le solicitó desencadenar contra ellos la retribución conveniente.
En efecto, Allah los Castigaría según su insolencia, porque, en realidad eran como una epidemia de cuya proliferación se toman las precauciones o incluso como un órgano podrido del que se debe extirpar una ablación. Eran corruptos que sembraban la inmoralidad en la tierra de Dios, impidiendo a la gente seguir el camino recto y desoyendo las admoniciones del mensajero, rechazando definitivamente seguir el camino de la verdad.
Allah Escuchó la rogatoria de Lot, Tomando en consideración su solicitud y Enviando a Sus Emisarios a la ciudad, embriagada del vicio y la maldad. La verdad es que los habitantes eran inicuos por lo que merecieron el castigo. Al comienzo los emisarios visitaron a Abraham, pensando éste que se trataba de huéspedes de paso a los que debía acoger con honores y tratar con miramiento. Al invitar a sus huéspedes a compartir la comida con él, se retiraron. Entonces se asustó; inquieto por su aspecto, pero permaneció silencioso. Al constatar su aparente perturbación, le dijeron: “No temas. Somos emisarios del Señor. Te anunciamos, en tanto que buena noticia, el nacimiento de un hijo lleno de sabiduría”. A raíz de lo cual se sintió aliviado, disipándose su inquietud. Reuniendo sus fuerzas les preguntó: “¿De qué se trata, o mensajeros? Respondiendo ellos: “Hemos sido enviados para un pueblo criminal que se niega a escuchar la razón y el llamamiento de Lot y que, a raíz de su insumisión, se convirtió en pagano. Vamos a infligir a esta gente un castigo perpetuo como retribución a los actos reprensibles que había cometido como, entre otros, la abominación, la infamia, la homosexualidad, la traición, la maldad y los atracos. Vamos a hacer que mueran los habitantes de esta ciudad que son inicuos”.
Abraham se sintió triste hasta el punto de que se disponía a pedirles acordar a esta gente un plazo y postergar el castigo, tal vez vuelvan hacia Allah a arrepentirse del grave pecado del que fueron los primeros en cometer desde la existencia de la humanidad.