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Melodía de la Resiliencia Marroquí. Por *Mohamed Amezian (Traducido del árabe por Fikri SOUSSAN)

Reflexiones

Mohamed Amezian, Novelista marroquí

Un hombre se detiene ante las ruinas de una casa desolada, abandonada por sus moradores o quizás sepultados bajo sus escombros, testigos mudos de la tragedia de quienes estuvieron allí… y la puerta que una vez fue un hogar ahora anhela ser golpeada con desesperación. Así entona:

No interrogues a la casa por sus antiguos inquilinos

La puerta te narra que los habitantes han partido

El terremoto que azotó nuestra amada tierra y encontró a la gente en reposo sacudió el corazón del pueblo marroquí. ¿Podrán las palabras rescatarnos de la vergüenza del silencio y permitirnos expresar nuestra tragedia colectiva? ¿O acaso las palabras también han partido con aquellos que se fueron?

Las imágenes de la tragedia desfilan ante mí, robusteciendo mi convicción de que la aflicción es una prueba de la pureza del alma marroquí. La herida es una, el dolor es uno, la sangre que fluye en el Atlas corre profusamente por las montañas, los valles, Rabat y Casablanca, y en cada sagrado rincón de nuestra tierra, donde se nutren las arterias de la vida para que podamos erguirnos nuevamente. Marruecos se levantará, vencerá la adversidad y triunfará sobre todo su sufrimiento.

Vi a un hombre en la juventud de su vida sosteniendo una mochila escolar llena de colores. Era la mochila de su hija, y dentro yacía el registro civil, mientras en su bolsillo había una bolsa de plástico. Eso es todo lo que queda de las huellas de su pequeña familia. Ha perdido a su hija, ha perdido a su hijo, ha perdido a su esposa con la que vivió trece años de felicidad y adversidad. Ella, como él dijo: « Era una buena mujer ». Y no derramó lágrimas. Tal vez lloró toda la noche, tal vez lloró todo el tiempo, pero frente a la magnitud de la tragedia, se mantuvo firme y resignado.

Una anciana relata con una naturalidad asombrosa, como si leyera de una historia escrita con lágrimas de un pueblo que desapareció de repente en el abismo del vacío. Una historia de una nación cuyo espíritu fue desgarrado y dispersado entre el desierto, las montañas y los valles. Ella narra con una voz cansada, apoyándose en sus manos cuando las palabras la abandonan: « ¡Perdí a catorce miembros de mi familia! ¿Qué se suponía que debía hacer? Lloré y grité, yo y mi vecina aquí ». Y señaló con su mano hacia la fuente del dolor, luego añadió: « Vagaba sin rumbo en la oscuridad de la noche. Dormía aquí y nunca regresaba allá ».

Ella relata manteniéndose fuerte, resistente, agradecida, y como ella, hay decenas de ejemplos.

¡Dios mío! ¿De dónde sacan esta placidez de alma?

¿Cómo las tragedias moldean a un ser humano?

¿Podrán las palabras rescatarnos de la vergüenza del silencio y permitirnos expresar nuestra tragedia colectiva? ¿O acaso las palabras también se han ido con aquellos que se fueron?

Aquí los días transcurren. Aquí las lágrimas se secan. Aquí los rostros hablan en el lenguaje más claro.

Estos rostros, aparentemente serenos, visitantes en el reino del dolor, no han sido vencidos. Sugieren que resisten, desafían la herida y el dolor. ¡Qué desafío tan grande! ¡Qué determinación!

Aquí los días transcurren y vemos imágenes que recordamos en circunstancias similares cuando un terremoto sacudió y dejó su devastación en Alhucemas, y en imágenes de solidaridad inquebrantable entre la gente. Las caravanas de solidaridad del pueblo marroquí continúan desde todas las partes del país, como un río que fluye. Leí que una mujer necesitada -la necesidad en tiempos recios no es pecado-, donó todo lo que tenía de trigo. ¿Y hay tiempo más recio que el acaba de caer? En estos casos se les aplica la palabra de Dios: ﴾y les prefieren a sí mismos, aunque estén en extrema necesidad﴿.

El lazo fraterno entre los marroquíes es fuerte.

No solo los marroquíes se unen en esta gran calamidad. El mundo entero muestra solidaridad, convirtiendo a Marruecos en un Marruecos solidario. Es motivo de orgullo ver, escuchar y vivir momentos de profunda compasión, comprensión y genuina simpatía.

El alma humana halla fortaleza en la unión fraterna, más allá de nacionalidades, razas o credos.

* Novelista marroquí nacido en el Rif y director del diario digital informativo Arabikanews.com

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