*Novelista marroquí nacido en el Rif y director del diario digital informativo Arabikanews.com
El terremoto que sacudió Al Hauz la noche del viernes 8 de septiembre de 2023 trae consigo dolorosos recuerdos del devastador terremoto de Al Hoceima ocurrido el 24 de febrero de 2004. Los estremecedores videos que circulan en las redes sociales han impactado profundamente a la población, y el último informe de víctimas lamentablemente supera las 2000 muertes. Esta cifra podría aumentar, dada la intensidad del temblor y su vasta área de impacto, que abarca ciudades, pueblos y alejadas aldeas. Precisamente estas áreas remotas se encuentran en una situación crítica debido a la dificultad de acceso, la falta de refugios y suministro de agua potable, así como la carencia de los elementos más básicos para la prevención y atención médica.
A pesar de los incansables esfuerzos que están realizando las autoridades a todos los niveles, incluido el despliegue de la Armada Real para colaborar en las operaciones de rescate, alojamiento y atención médica de emergencia, además de la instalación de hospitales de campaña, es evidente que el Estado, por sí solo, no puede afrontar las devastadoras consecuencias de este terremoto mortal. En un rayo de esperanza, numerosas organizaciones de la sociedad civil, farmacéuticos, médicos y otros profesionales se han unido para aliviar el sufrimiento de quienes se ven afectados por esta tragedia. En medio de estas circunstancias dolorosas y desgarradoras, todos nosotros, ya sea desde el interior del país o desde el extranjero, debemos unirnos, respaldar a nuestros compatriotas en momentos de dificultad y dejar de lado nuestras diferencias y críticas hacia las acciones del Estado y las autoridades. Debemos unirnos para brindar ayuda a nuestros hermanos, especialmente en las áreas remotas de difícil acceso, que a menudo quedan fuera del alcance de las cámaras de los periodistas.
Por lo tanto, respaldamos y apreciamos todas las propuestas que promueven la organización de caravanas de ayuda para aquellos afectados, tal como las que se han puesto en marcha desde las áreas rurales anoche y esta mañana. En el Rif, en febrero de 2004, experimentamos en carne propia el verdadero significado de la solidaridad que se manifestó en Al Hoceima y sus alrededores después del devastador terremoto de aquel entonces. Nuestros hermanos de las localidades vecinas de las provincias de Driouch y Nador fueron un claro ejemplo de cómo la comunidad se une en momentos de desastres naturales.
Con profunda tristeza e impotencia, seguimos atentos a la cobertura proporcionada por un canal de noticias francés que informa en tiempo real sobre las consecuencias de este devastador terremoto. Basándose en los testimonios de marroquíes y extranjeros, así como en las opiniones de expertos en sismología y arquitectura, todos coinciden en la magnitud de esta catástrofe. Resulta sumamente complicado comprender la envergadura de esta tragedia y la angustia que embarga a los familiares de las víctimas a medida que toman conciencia de la devastación y la brutalidad implacable de los escombros que han sepultado a sus seres queridos. También hemos sido testigos de personas que pasan la noche en las calles y callejones, temerosas de las réplicas. Uno podría preguntarse por qué se ven obligadas a dormir en las calles y cuál es la razón de la falta de refugios y tiendas de campaña seguras. Sin embargo, todos somos conscientes de que, incluso con los recursos materiales y logísticos disponibles, así como la experiencia acumulada en casos de desastres naturales, los estados a menudo se ven desbordados, especialmente en las primeras horas. También sabemos que cada segundo o minuto que pasa significa la pérdida de vidas de personas que siguen atrapadas bajo los escombros. No obstante, mantenemos una plena confianza en que los equipos de rescate especializados están trabajando incansablemente y que los médicos y paramédicos están ofreciendo todo lo que tienen en términos de energía y experiencia para proporcionar ayuda en estas difíciles circunstancias.
Además, es importante resaltar y aplaudir la solidaridad internacional que ha emergido, tanto de gobiernos como de organizaciones y figuras públicas y deportivas. Esto refleja la humanidad inherente en el ser humano cuando se enfrenta a la implacabilidad de las catástrofes naturales. En cuanto a aquellos que intentan aprovechar tragedias como esta con fines políticos o religiosos, como aquellos que tratan de relacionar estas tragedias con pecados o venganzas divinas, su responsabilidad recae en sus propias conciencias, si es que las tienen. Serán ellos los que tengan que rendir cuentas ante las víctimas y los mártires el día en que comparezcan ante Dios.
Las catástrofes naturales, a pesar de los avances científicos, son imprevisibles en cuanto a tiempo y lugar. Sin embargo, la preparación y la prevención merecen un lugar prioritario en nuestra agenda. Todos los geólogos califican a Marruecos como una zona de alto riesgo sísmico, habiendo experimentado terremotos en Agadir en 1960, y en Al Hoceima en los años 2004 y 1994. Estos acontecimientos son claras señales de la necesidad de cumplir rigurosamente con los estándares de construcción y tomar medidas enérgicas contra aquellos que buscan beneficiarse de las catástrofes.
Nuestros pensamientos y oraciones están con las víctimas y sus familias. Rogamos para que Dios tenga misericordia de nuestros mártires, alivie el sufrimiento de los heridos y brinde paciencia y consuelo a las familias de los desaparecidos. En estos momentos difíciles, recordemos que todos somos una sola familia.
Fuente: Arabikanews.com
*Novelista marroquí nacido en el Rif y director del diario digital Arabikanews.com