Israel o la lógica de la masacre y de la destrucción
En estos tiempos críticos, en los que el mundo observa con indignación el dolor y la devastación en Palestina, no puedo evitar recordar las palabras del poeta Antonio Machado, quien expresó en su poema: « Mala gente que camina y va apestando la tierra ». Esta frase adquiere un triste significado al contemplar los actos que el gobierno de Israel, bajo el liderazgo del siniestro Netanyahu, está perpetrando impunemente en la Franja de Gaza y Cisjordania.
No puedo negar que la figura de Netanyahu se ha convertido en un símbolo de maldad y barbarie. Su desastrosa e incalificable actuación ha sido objeto de críticas a nivel mundial, y las acciones de Israel bajo su mando han generado una amplia condena internacional. La brutalidad de los bombardeos indiscriminados en zonas civiles, que han dejado un rastro de destrucción en hospitales, panaderías y otras infraestructuras esenciales, es a todas luces inaceptable y ha segado la vida de civiles inocentes, incluyendo niños, mujeres y ancianos.
Estos actos no pueden ser vistos como otra cosa que crímenes de guerra, una mancha en la humanidad y una amenaza a la paz en la región.
La figura de Netanyahu, el homo horribilis en estos tiempos recios que vivimos, y sus actos bárbaros en este conflicto están manchando con sangre y dolor no solo a la población palestina, sino a toda la raza humana. La brutalidad y la violencia desmedida no pueden ser toleradas en un mundo que ansía la paz y la justicia. La comunidad internacional debe unirse de manera enérgica y determinada para poner fin a esta tragedia y trabajar incansablemente por un futuro en el que reine la tolerancia, el respeto y la coexistencia pacífica.