

Profesor/Analista
“Para hacer la guerra se necesitan armas; para llegar a un acuerdo, razonamiento, entendimiento y palabra”, asegura Elizabeth Reyes Ruíz, directora de UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas).
Ante la situación dramática que conoce el Sáhara marroquí a causa de los hostigamientos bélicos de los separatistas saharauis (apoyados y mantenidos económicamente por Argelia; con una milicia compuesta en su mayoría por grupos mercenarios africanos) contra el ejército marroquí, queremos presentar un recordatorio de la verdad sobre este tema.
Si en 1991 se llega a un acuerdo de alto el fuego al enfrentamiento que venía existiendo desde hacía años en el Sáhara marroquí (1975 – 1991), nos encontramos que el 14 de noviembre de 2020, los separatistas deciden romper el alto el fuego y tomar las armas: otra cosa no saben hacer.
Un día antes de que los segregacionistas tomaran esta decisión unilateral, Marruecos había decidido expulsar a algunos separatistas que bloqueaban el paso de El Guergarat (carretera de conexión entre Marruecos y Mauritania y el resto del Sahel) que se hallaba asediado desde el día 21 de octubre 2020; eran varios cientos de camiones los que estaban retenidos en ese paso fronterizo y los separatistas se negaban a abandonar el lugar para permitir un viaje normal a la gente y a los vehículos. De esta manera se desmantelaba esta protesta que no venía a qué.
Esta operación ha sido pacífica, porque no se ha disparado ni un solo tiro para realizarla. Marruecos ha actuado de esta manera porque los separatistas, insistimos en ello, se negaban a dialogar para alcanzar un acuerdo y para que abandonaran El Guergarat: la operación se ha desarrollado en legítima defensa y sin atacar a nadie y se ha conseguido normalizar el tráfico por ese paso, dándole a la economía y a las personas de los distintos países que necesitan cruzar por esa región, estabilidad y seguridad, asegurando, de manera definitiva, el flujo de bienes y personas por ese paso fronterizo.
¿Se podía actuar de manera diferente cuando la gente se niega a dialogar?
Por su parte, SM el rey Mohamed VI ha defendido la legitimidad de la pacífica operación militar del pasado 13 de noviembre, cuando el Ejército marroquí entró en la zona de El Guergarat para expulsar a los separatistas de aquella zona y para permitir el tránsito de personas y vehículos de una parte a la otra de ese paso, abortando así el plan de los mercenarios enviados por Tinduf.
De todas formas, Marruecos se niega a enfrentarse directamente a las milicias separatistas; no desea la guerra porque cree, convencido, que el mejor medio es el diálogo y el entendimiento.
Ahora la ONU, la Unión Europea y varios países, piden la vuelta al diálogo instando a las partes implicadas (ya todos saben que Argelia es parte del conflicto y que debe enfrentarse a sus responsabilidades ante el mundo) a retomar el proceso negociador para poder avanzar hacia una solución que sea justa -dicen.
Ante estos requerimientos, Marruecos explica su posición que no admite réplica: autonomía del Sáhara marroquí bajo soberanía del Reino de Marruecos (el territorio en su totalidad dispondrá de autonomía en los ámbitos administrativo, económico, fiscal, infraestructuras, cultural y medioambiental; cabe recordar que estas iniciativas ya se aplican en nuestro Sáhara). El Estado de Marruecos asegura que esta decisión es la más normal para salir del embrollo creado por los separatistas y sus tutores, además de certificar la soberanía marroquí (el estandarte y la moneda marroquíes presentes en todo el territorio del Sáhara marroquí), la explotación de los recursos naturales, la seguridad nacional, la defensa y la integridad territorial así como las relaciones con el exterior y la aplicación del poder judicial del Reino de Marruecos.
¿Podrá la MINURSO llevar a buen puerto su misión conciliadora?
¿Entenderán los separatistas, arrinconados en la miseria, que regresar a la Madre Patria es el camino que deben tomar?
El futuro es de todos los saharauis. Ellos, los que han decidido seguir los consejos de sus tutores, tienen la decisión de mejorar o de permanecer en la desventura que se han labrado.