Elias D. Galati
Poeta y escritor (Argentina)
Alguien muy cercano me dijo estos días No tengo tiempo para el amor.
Sospecho que se refería al amor de pareja, al amor humano esencial,
profundo y total que se produce cuando dos seres se unen y forman una
comunidad que más que unión es un solo ser.
Porque en realidad, no es posible vivir sin amor.
Uno debe sentirse amado y debe amar, en todo sentido, a lo que lo rodea, a
los seres que están cerca, a su trabajo, a su diversión, a lo que proyecta y
ejecuta, a lo que desea, piensa o elige.
La vida en sí es amor, desde su origen hasta su culminación y no hay un
instante en el cual no se manifieste.
Pero es otra cuestión; el tiempo para el amor se refiere a una elección de
vida, a una forma de acceder a la existencia, a la búsqueda de aquel amor
íntimo que completa al ser, que lo hace perfecto y logra una vida admirable
y maravillosa.
Quizás no se ha encontrado la persona adecuada, o se han priorizado otras
circunstancias, o a quien amas no te ama, o las diferencias de todo tipo,
sociales, existenciales, económicas hagan que uno o ambos se inhiban de
expresar sus sentimientos, o no se atrevan.
Hay mucho de temor, de cobardía y de falta de decisión.
El amor siempre estará a la vista, a nuestro alcance, pero en un contexto que
transita entre el deseo y el deber.
¿Cuál es el amor que buscamos?
El amor junto con la ira y el temor son las tres afecciones primarias del ser
humano.
Es un sentimiento, en especial de adhesión hacia una persona o una cosa, por
atracción, relaciones o situaciones sexuales, y que presenta una enorme
variedad de situaciones psicológicas y fisiológicas.
Se manifiesta a nivel sensible pero también a nivel espiritual, y colma la
capacidad interior del hombre, en una funcionalidad que abarca la totalidad
del ser.
El amor se manifiesta en todo el ser, y se despliega desde la condición sexual,
se ama como varón o se ama como mujer.
Despliega la aptitud que tenemos para amar y ser amados, y desde allí nace
la actitud que permite relacionarnos y marca nuestras acciones y nuestro
comportamiento.
La vida moderna es difícil y el mundo se ha transformado en una herejía, ya
que son pocos los casos y las veces en las cuales podemos ser auténticamente
nosotros y realizar nuestros deseos.
En sí la vida nos acucia, para que constantemente y a cada instante,
elijamos, optemos por diferentes maneras de enfrentar la vida, y de plasmar
la existencia.
Decía Freud que las tres actividades esenciales del hombre son la respiración,
la nutrición y la sexualidad.
Sin estar del todo de acuerdo con ello, es cierto que el quehacer diario, la
actividad humana nos condiciona y nos restringe.
Entonces elegimos. Tengo que estar bien. Tengo que vivir bien. Tengo que
progresar y mejorar.
Son prioridades que tapan el deseo, la interioridad y afectan nuestras
relaciones.
Formaré una pareja cuando este bien, cuando esté ubicado y posicionado en
la sociedad, cuando no tenga problemas económicos, cuando tenga una
posición social.
Luego empezamos a descartar, porque nuestras relaciones no son siempre
equilibradas, no todos piensan como nosotros, y debemos ceder en algunas
cuestiones; pero nos resistimos a vivir una relación mediocre, deseamos la
mejor relación y ello condiciona más establecerla permanentemente.
Todos deseamos un amor profundo, amar totalmente y recibir el mismo amor
desde el otro y desde los demás
Pero debo vivir y no estoy bien, y quiero estar bien para establecer una buena
relación y no fracasar.
En todos estos vericuetos me olvidé de lo esencial, que la vida es amor y
debo amar.
Decía San Agustín, ama y has lo que quieras, porque desde el amor todo
estará bien.
Estoy tan ocupado buscando la perfección que no termino de posicionarme
bien. Estoy siendo tan estricto en la búsqueda de la perfección en el otro, que
descarto y descarto.
Entonces, no tengo tiempo para el amor. Vivo para lograr un equilibrio que
quizás nunca lograré. Se me va la vida en la búsqueda, y mientras tanto en
“el hondón del corazón vacío, suspiro por amar y ser amado”.
EL AMOR
No puedo expresar como te amo
no hay palabras que lo hagan comprender
con la voz y el corazón te llamo
de manera que tú puedas entender
que eres parte de mí, que es en vano
fingir que no es cierto o no saber,
aunque tu corazón esté lejano
en mi alma siempre hay un renacer
va el deseo, la pasión en el reclamo
desde lo profundo de mi ser,
por tu cariño, tu ternura clamo
no puedo vivir sin poseer
este amor que nos une en el rellano
de una vida compartida en el querer.
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