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OPINIÓN Sobre los acontecimientos del Rif
No es agradable, en absoluto, la trágica situación en la zona del Rif, especialmente en Alhucema y su entorno. Hemos tardado mucho en resolver esta problemática, y lo peor es que ahora estamos cosechando los podridos frutos de aquella negligencia.
No fue difícil enfrentarse a lo que ocurrió o ocurre en varias y diversas zonas de un Marruecos no solidario con los necesitados. Una realidad que se dijo con diferentes y múltiples voces desde hace 60 años.
Los duros acontecimientos del dia de fiesta, el lunes 26 de junio, y unos días antes, hubieran sido posible evitarlos y cosechar buenos frutos, con actitudes y sentimientos de pertenencia patriotas.
El estado tardó en reaccionar, pero se presentó una iniciativa de solicitar el perdón del rey, y no hubo la suficiente clarividencia para aprovecharla, por la simple razón de creer algunos que las autoridades se encontrarían en apuros en caso de rechazarla. Entonces nos hubiéramos encontrado las justificaciones de que las manifestaciones sigan, incluso con más escaladas después de las decepciones de las actitudes y acciones de las autoridades.
Existen algunas realidades legales, sociales y de seguridad ante las cuales debíamos reaccionar positivamente incluidos nuestros ciudadanos del Rif cuando se puso sobre la mesa la iniciativa de solicitar el perdón del rey, que no fue razonable rechazarla.
En todo caso, las reivindicaciones de los manifestantes son razonables y legítimas. Pero, ahora parece que las cosas volvieron a su punto cero, Incluso existe el temor de que se empeoren.
Qué hubieran perdido los ciudadanos del Rif si hubieran solicitado el perdón del rey. Con certeza el rey hubiera reaccionado con responsabilidad y hubiera respondido favorable y positivamente a la solicitud. Además, hubiera encontrado las razones de enfrentarse a la violencia y la injusticia de algunas partes.
El caso, en su totalidad, en su inicio y al final requiere sacrificio por todos, gobernantes y gobernados, porque se trata de una nación, su estabilidad, su seguridad y su protección de las injerencias extranjeras y los apetitos de ciertos vecinos en complicarnos la vida, todo esto requiere buena voluntad de todos.