Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.
Las poblaciones de los campamentos argelinos de Tinduf están hartas de la ignorancia, de las meteduras de pata y de los anecdóticos comentarios en las redes sociales de los mercenarios españoles del Polisario.
“Son una lacra. Son la peor amenaza contra el Polisario”, comentaba Mahmud SB un militante de la milicia de las primeras horas para quien “como si en su país España o no hay problemas o no hay quien paga a los mercenarios”.
La mayoría de la gente en este gulag argelino de Tinduf considera a estos mercenarios españoles “una lacra y una vergüenza”. “Que no nos digan que lo hacen por solidaridad. Se llevan decenas de raciones de la población de la ayuda humanitaria”.
Solidaridad de invernadero. Profesionales del insulto y de la calumnia. Payasos al servicio del mejor impostor, disfrazados de anti-marroquíes y de izquierdistas de pandereta. Contaminan las redes sociales, contaminan al Polisario, contaminan a Argelia y en vez de justificar el sueldo dispara con su ignorancia contra todos.
Las “causas” no se venden ni se compran. No se alquilan tampoco. Marroquíes, argelinos y sus domésticos del Polisario ¿Y ellos? Por unas bolsas de arroz y unos paquetes de mantequilla insultan hasta a sus madres.
¡Qué barbaridad! ¿Al Polisario se les han acabado los difamadores?
