No importa quién soy ni cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a poder llegar .
“No van, sino se van”. La corta pero impresionante frase del joven J.LMA, arrancado al calor familiar desde la edad de 5 años para ser deportado a Cuba, donde ha pasado 18 años, ilustra toda una nueva era y las sombrías perspectivas de la entidad virtual montada y ahora, poco a poco, abandonada por Argelia.
J.LMA hace alusión a la 18ª Cumbre del Movimiento de Países No Alineados de Bakú en la que el presidente de Cuba, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez se abstuvo a reiterar el folclórico apoyo al Polisario y a su pleitesía a Argelia.
Uno tras otro, unos de puntilla, otros de manera clara todos desean cerrar un triste y costoso episodio de mentiras y de tergiversaciones argelino-polisaristas.
¿Y Argelia? ¿Signos de un cansancio diplomático? ¿Indicios de una inflexión en el asunto del Sahara? ¿No le queda para gastarlo en espejismos del Polisario y su inútil y altamente perjudicial existencia?
En privado, las respuestas del “presiente” Brahim Ghali hacen morir de risa a sus interlocutores que saben y no comprenden como puede aceptar un “presidente” interlocutores del mentor con grado de cabo o sargento.
El hombre no sabe sobre qué pie debe bailar en este vals de separatismo, de servidumbre y de vergüenza.
Peor aún: semi analfabeto que es pide consejos y consultas tras lo cual lo comprueba con el cabo o el sargento argelinos de turno.
“! Este hombre nos va a llevar a, peor que el caos, a la bajeza y al deshonor”. El joven JLMA sabe lo que dice. “Nos va… nos ha…”, replican sus compañeros de Camagüey.