« Relatos del Coràn » (Historias de los Profetas) hoy: 5- SALIH[1] (3) De Mohamed Ahmed Jad Al Maula, Mohamed Abu Al Fadel Ibrahim y Ali Mohamed Al Bajaui Al Said Chatta. Traducido por Said Jedidi y editado, por Dar AlKotob Al Ilmiya (Beirut)
"Relatos del Corán"
(Dar Al Kutub Al Ilmiya-Beirut)
Por esta razón, Salih comenzaba a temer que se matara con premeditación a esta camella. Entonces les aconsejó evitar ser ignorantes y refractarios.
Les dijo: “No le hagáis daño alguno, sino vais a sufrir un castigo rápido”.
La camella permaneció con ellos algún tiempo, desplazándose libremente, bebiendo un día y absteniéndose otro. De hecho, su presencia entre ellos influenció a mucha gente que descubría mediante esta maniobra la sinceridad y la verdadera profecía de Salih. Una realidad que inquietaba a los notables, los cuales, invadidos por cierto recrudecimiento de temor de perder su influencia y de encontrarse privados de sus privilegios, ante los que habían sido reducidos a la impotencia, que se convirtieron en sinceros creyentes, acordando fe a Salih después de una profunda reflexión y meditación. Su fe no estaba expuesta a la duda o al temor sino basada en una convicción libre: “¿Sabéis si Salih ha sido enviado por su Señor? La verdad es que nosotros creemos en el mensaje del que se encarga”. Esta confesión no pudo engañar a los creyentes porque los notables que eran en todo momento soberbios y orgullosos habían declarado abiertamente su ingratitud hacia Allah, acusando a los demás de mentirosos: “Nos negamos a creer en este mensaje”.
Muchas justificaciones constituyen la base de esta irrazonable reacción. Por un lado, puede que esta corpulenta camella tenía una forma excepcional lo que asustó a demás camellos y bestias, rechazando su presencia entre ellos y puede ser que causaba algún impedimento para obtener suficiente agua, sobre todo en los momentos de gran necesidad, puesto que la orden divina era como sigue: “beberá un día y vosotros beberéis otro día convenido”, por otro. Puede ser, incluso que debido a que tenían una inclinación hacia el mal, obraban con vistas a disimular los signos de Allah y de sofocar toda prueba tendente a reforzar esta verdad, habida cuenta de que Salih ganó por esta tentación a muchos adherentes logrando atraer a mucha gente. Esta nueva situación inquietó mucho a los notables que temieron ver incrementarse con el paso del tiempo el número de los creyentes y que los discípulos y los adherentes de Salih se aumentaran cada vez más.
Por una o por todas estas razones a la vez que los notables cortaron los jarretes de la camella, matándola a pesar de que Salih les haya advertido de que serían castigados y condenados a la muerte si hicieran daño a esta camella. Creemos realmente que el pueblo de Salih consideró a la camella como un peligro. Para ellos se trataba, quizás, de un mal amenazador. Debido a lo cual reflexionaron mucho antes de cometer este crimen o cuando menos tuvieron miedo de matarla, temiendo el severo castigo. Cada vez que se disponían a ejecutar su plan, regresaban balbuceando con las manos vacías.
Al comienzo, los thamuditas, vacilaron a veces por el mal, otras por el temor. Ninguno de ellos se atrevió a hacer daño a esta camella ni siquiera tocarla. Al final decidieron hacer uso de las mujeres como último recurso. La mujer, en general, posee muchas cualidades que pueden seducir al hombre: la belleza, la seducción y la coquetería.
El hombre por su naturaleza, aspira a gustar a la mujer, se precipita a realizar todo lo que le pide, no escatimando esfuerzo alguno de cara a ganar su satisfacción. Por ello Sadouk, hijo de Mohia, una mujer de un elevado rango, muy rica, de una familia de notables, prometía a Mosda, hijo de Moerj estar a su disposición si cortara los jarretes de la camella que era un evidente signo de la sinceridad de Salih.