“Relatos del Corán” (Historias de los profetas) Hoy: Capitulo 18, Hoy: SALOMON SUCEDE A SU PADRE (3), De Mohamed Ahmed Jad Al Maula, Mohamed Abu Al Fadel Ibrahim y Ali Mohamed Al Bajaui Al Said Chatta. Traducido por Said Jedidi y editado por Dar Alkotob Al Ilmya
"Relatos del Corán"
(Dar Al Kutub Al Ilmiya-Beirut)
Al salir un día al frente de un ejército de jinns, hombres y de aves, llegó a un valle habitado por hormigas, una de las cuales se asustó viendo este impresionante ejército, saliendo corriendo hacia donde estaban las demás hormigas a las que advirtió que debían entrar a sus escondites para no ser aplastadas por Salomón y sus ejércitos sin que se enterasen. Salomón escuchó la alerta lanzada por esta hormiga a sus amigas, sonrió, agradeciendo a Allah por esta capacidad de comprender el lenguaje de los animales y sintiendo admiración por esta hormiga que logró discernir que Salomón era un profeta y que de ninguna forma podía hacer daño a un inocente.
Salomón imploró a Allah: “Señor, Permíteme agradecerte por Tu gracia hacia mi padre, mi madre y hacia mí mismo. Cumpliré una acción que te Agrade. Admíteme en Tu misericordia entre los servidores sabios”.
La corrupción y la ligereza de las costumbres se propagaron entre los hijos de Israel, los cuales, en su negligencia se habían descarriado de la vía recta, desobedeciendo a Allah y haciendo de la transgresión de la ley una práctica común, sintiendo un gran placer difamando a los profetas. No sentían ninguna vergüenza tratando a la gente con impiedad y de menospreciar la dignidad de los mensajeros.
Por su parte, los religiosos y los lectores de profesión[2] renegaron el sublime derecho divino mientras los soberanos rechazaban los preceptos del Libro Santo. Por ello merecieron un castigo cruel.
Sin embargo, Allah el Todo glorioso y el Todo potente no Procede a la sanción de un pueblo o a Retribuir a un tirano, Inflíjanosles su castigo sin antes Enviarles un fiel mensajero que les indicaría el buen camino y advertirles contra lo que les espera en caso de que no escucharan el mensaje.
Aramea que era uno de los profetas de los hijos de Israel y uno de ellos, comenzó a predicar entre ellos, recordándoles los favores de Allah: “O mi pueblo. O mis conciudadanos. Os habéis sobrepasado los límites. Vuestras malas acciones se extienden por todos lados. Os convertisteis en corruptores y corruptos obstinados. Vuestro Señor os retribuirá. Habéis rechazado el Libro Sagrado, el derecho de Allah lo habéis renegado y desmentido, sabiendo pertinentemente que Allah os Ha Colmado con infinitas gracias, Acordándoos incontables favores y riquezas. ¿Acaso no veis que los favores de Allah son aparentes y ocultos, Haciendo de vosotros los sucesores de la tierra y Facilitando vuestras idas y venidas, favoreciéndoos sobre el resto de las criaturas?”.
“La tentación de ayer – siguió predicando Aramea- debe servir para vosotros de ejemplo para meditar. ¿No habéis visto que Allah Ha Sido misericordioso hacia vosotros? Cuando Sanharib[3] salió de babel al frente de un ejército feroz y bien equipado tan fuerte que podía acabar con la potencia de cualquier pueblo para conquistaros en vuestro país, invadir y destruir vuestras viviendas. ¿Qué es lo que habéis hecho? Juro por Allah que si hubiera podido realizar su plan no existiríais hoy. Pero Allah os Acordó Su misericordia a través del profeta Chaïa que había implorado a Allah salvaros de la perfidia de este ejercito devastador. Chaïa había suplicado a Allah alejar de vosotros el mal y el peligro que os acechaba y que amenazaba por hacer desaparecer vuestra ciudad. Allah Aceptó su súplica, volviendo vuestros enemigos con las manos vacías, derrotados y dispersados. Aquél ejercito sufrió un fracaso total antes de ser derrotado de manera completa. Los combatientes de Sanrahib padecieron diversas enfermedades, debilitándose y falleciendo muchos de ellos antes incluso de iniciarse el combate. Os pregunto ahora: ¿Cómo habéis recompensado a Chaïa[4]. ¿Qué dignidad disteis a este hombre honesto? Juro por Allah que figuraba entre la gente sensata y agradecida. Debía ser llevado sobre los hombros en señal de gratitud. Debía haber sido venerado, muy bien estimado por ellos, muy respetado y todo el mundo debía someterse a su voluntad. ¡O mi dolor por Chaïa! ¡Qué malos sois! Lo habéis humillado. Os habéis desviado de su camino y luego lo matasteis y… ¡De qué manera! Lo habéis inmolado como si fuera un cordero, derramando su sangre. Honesto y puro, modesto y venerable murió… Su alma pura y sagrada irá a quejarse ante Allah de vuestra tiranía y de vuestra maldad. Se entregó a Allah, víctima de vuestra ingratitud y de vuestra incredulidad. Lo que me extraña es que seguéis siendo pecadores y tiranos, corruptores e ingratos como si el Libro Sagrado haya fracasado en la labor de purificar vuestras almas y que los profetas predican con sordomudos, lanzando sus llamamientos y sus mensajes en un lugar abandonado y árido. Mi palabra es sincera. Mi advertencia es firme. Allah me Ha Revelado instaros a la verdad absoluta y advertir contra las consecuencias de vuestra indiferencia. Si insistáis en preservar en vuestra ignorancia, obrando como estuvierais ebrios sin conciencia, si os negáis a volver a la razón y obedecer los preceptos del Libro Sagrado, tomando sus versículos como son, respetando sus prescripciones y sus prohibiciones, si os negáis a comportarse como hombres honestos, como lo erais hace unos años, Allah Os Enviará a enemigos fuertes, con los brazos largos y la determinación firme que no entienden nada de la piedad ni de la indulgencia. Os arrojarán en la aflicción y os someterán por fuerza a su voluntad. Os humillarán y os reducirán a esclavos. Entrarán a vuestro país, destruyendo vuestros palacios con los que gozáis ahora, derribando sus murallas y sus vallas. Transformarán estos jardines floridos que seducen tanto en guaridas de los leones, vuestros campos y vuestras casas serán devastados, los templos que Allah Ha Creado para dar reposo a vuestras almas y a vuestros espíritus serán profanados, vuestras ciudades serán saqueadas enteramente, vuestros domicilios violados. Os prohibirán muchas cosas y atentarán contra vuestras mujeres antes de matar a todo el mundo.