“Relatos del Corán” (Historias de los profetas) Hoy: Capitulo 9 JOSÉ, José entre sus hermanos y su padre (1), De Mohamed Ahmed Jad Al Maula, Mohamed Abu Al Fadel Ibrahim y Ali Mohamed Al Bajaui Al Said Chatta. Traducido por Said Jedidi y editado, por Dar AlKotob Al Ilmya

El alba esparció su resplandor y el sol envolvió las manifestaciones de la existencia. José se despertó por la mañana, apresurándose para ver a su padre, quien, rostro iluminado y sonriente expresaba su satisfacción. Estaba muy tranquilo. De un excelente humor. Se acercó a su padre, diciendo: “O, mi padre, soñé anoche con algo magnifico, que me ha tranquilizado y alivió mi corazón. Siento como si mi alma se iluminara por esta visión. Padre, vi once astros, en el sueño así como el sol y la luna postrarse ante mi”^[1].

El rostro de Jacobo se iluminó con un resplandor de satisfacción. Sus ojos se dilataron de regocijo: “Si, querido hijo – dijo- es una visión verídica. No es una ilusión. Revela lo que yo ya he visto en ti, lo que he leído en tus rasgos. Lo he adivinado hace mucho tiempo. En realidad, era mi única solicitud al Señor. Si, hijo, es una excelente noticia. Un  signo de Allah que te Anuncia la prosperidad en la vida futura. Allah te va a Acordar la sabiduría y Te Colmará con sus bienes así como a la familia de Jacobo, como lo Hizo ya en el pasado para con tus padres, Abraham e Isaac. Te aconsejo no revelar tu visión a tus hermanos. Tramarán contra ti una conspiración y tu sabes que no ocultan sus celos respecto a ti y a tu hermano porque me ocupo de vosotros más que de ellos y siento por ti, particularmente, un cariño incomparable. Discuten secretamente sobre vosotros, diciendo barbaridades. Mi comportamiento ha suscitado sus celos. Si les cuentas tu sueño, quizás te harían daño.

Esta visión podría impulsarlos a obrar de manera malévola, manifestando su hostilidad abiertamente hacia ti porque Satanás es, para el hombre, un enemigo declarado”.

José era en aquél periodo aun muy joven y apuesto con un rostro angelical y rasgos bien trazados. Era encantador y seductor. Su madre Raquel abandonó el mundo, dejando detrás de ella a sus dos hijos: José y su hermano Benjamín. Ambos eran muy jóvenes cuando falleció su madre. Necesitaban aún su ternura y su presencia entre ellos… ella que era piadosa y abnegada a Allah. La muerte de Raquel había dejado un inmenso vacío no solamente para los dos hijos, sino también en el padre afligido enormemente por la muerte de su amada. Por ello el padre sentía por sus dos hijos una excesiva ternura, deseando colmar a sus hijos con su afecto para que ninguno de ellos sintiera la tristeza a raíz de esta ausencia. Este sueño ha venido a acentuar el amor de Jacobo hacia sus hijos. Los hermanos paternos de José habían presentido ya que éste y su hermano eran los favoritos del padre a pesar de que Jacobo era muy atento a su bienestar, no escatimando esfuerzo alguno para manifestar su amor hacia el resto de sus hijos.

No obstante, los signos del amor difícilmente se pueden ocultar. Son como aquél que lleva en la mano la musa. El olor se erige y se extiende hacia grandes distancias.

Los celos se apoderaron del corazón de los hijos de Jacobo, encontrando la flor del mal un terreno abonado. Se convirtieron en esclavos de la cólera y del rencor. Un día decidieron lo inevitable: acabar con la vida de José y de su hermano, concertándose en torno a la manera de realizarlo. Uno de ellos dijo:

“¿No veis que José y su hermano son más queridos para nuestro padre que nosotros que somos diez? No sé por qué estos obstáculos se interponen entre él y nosotros. ¿Qué es lo que nos devalúa ante nuestro padre?”

“¿No somos mayores y por ende más fuertes y mas instruidos por la experiencia? Trabajamos día y noche para gustar a nuestro padre. Nos ocupamos de él, entonces ¿Por qué nos trata de esta manera, prefiriendo a nuestros dos hermanos? Tal vez sería porque Raquel, su madre, era su esposa favorita y preferida. ¿Qué culpa tenemos pues si una de sus esposas era más querida para él que las demás esposas? Es realmente injusto”.

(Continuara)