El verdadero debate no es si debe o no Marruecos permitir la implicación de la Misión de la ONU para la Paz en el Sahara (Minurso) en un asunto tan sensible y delicado como el de los Derechos Humanos.
La cuestión de fondo es ¿cuán objetivo es ese organismo de la ONU que se deja llevar por la “empatía” de sus tropas por una de las partes y si se puede fiar en la neutralidad de ésta u otras Misiones como aquellas que desencadenaron el infierno en Srebrenica o en Haití sin rendir cuentas por sus actos?
Hace un año y medio, la brasileña teniente-coronel Andrea Firmo, hizo una sonada revelación en abril de 2019, ya finalizado su mandato como jefa observadora de la Minurso en Tifariti.
En entrevista con el portal ONU News, la militar brasileña admitió haber simpatizado con la gente del Frente Polisario, manifestando su “empatía femenina” por las lugareñas. https://news.un.org/pt/interview/2019/04/1669271
“Más mujeres deben estar en esta Misión, marcando la diferencia en el terreno para aquellas mujeres locales que, por nuestra empatía femenina, llegan a contar sus problemas”, enfatizó la oficial a quien, por cierto, nadie pidió explicaciones ni responsabilizó por sus afirmaciones.
Por tanto, ¿no sería legítimo suponer que esa “empatía femenina” pudo haber influido a la hora de elaborar los informes, a todas luces sesgados, que se elevaban a través de Force Commander de la Minurso al Secretario General de la ONU?
En otras palabras, ¿estuvo neutral la jefa de observadores en Tifariti, reportando diariamente a la superioridad? ¿En qué quedaría la neutralidad, la objetividad y la imparcialidad de un observador que se expresa en la forma en que lo hizo la teniente coronel Firmo?
Vistos los hechos desde la perspectiva de la brasileña, ¿no sería pertinente preguntar si este tipo de manifestaciones no condicionó, en su día, el lamentable desliz cometido por el ex Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, durante su infructuosa visita a los campamentos del Polisario en marzo de 2016?
Ceder ante las presiones del lobby pro-separatismo saharaui y permitir la intervención de un organismo no sujeto a ninguna legislación en los ámbitos administrativo y judicial, sería como otorgarle licencia para repetir los desastres en Srebrenica y Haití, para no citar más casos.