Desde hace semanas la embajada argelina en Madrid despliega una intensa actividad en todos los sentidos, especialmente entre los actores (algunos) de la sociedad civil. Objetivo: escalada en el Sahara marroquí para recompensar el déficit en su imagen en España a raíz de la muerte de un periodista argelino-británico en las mazmorras argelinas y debido a las continuas, crueles e inhumanas expulsiones de subsaharianos.
¿Por qué esta aceleración en este momento y en esta coyuntura? La serenidad de Marruecos exaspera a los dirigentes argelinos. Para Argelia, la evolución del expediente del Sahara es inquietante a más de un titulo.
Los éxitos de las giras reales por algunos países africanos han demostrado, por un lado, que la presencia de Marruecos en el continente es absolutamente necesaria, debido al lamentable estado en el que le pusieron Argelia y África del Sur y que el peso internacional del rey Mohamed VI provoca, sin evocarlo, espontáneamente, en los países que visita y algunos que no visita, una fuerte devaluación de la banda del Polisario, destruyendo lustros de “inversiones” argelinas.
Por tanto en África, cuya organización continental se dispone a estrenar la presidencia de Alpha Conde, un conocido amigo de Marruecos, Argelia parece haber decidido aplicar el principio de Maquiavelo consistente en “si ves acercarse la tormenta, provócala, para poder controlarla”.
Otra tormenta: el relevo en la secretaria general de la ONU es mortalmente preocupante para el régimen argelino. El portugués Antonio Gutierres, nuevo secretario general de organismo mundial es conocido como poco permeable a las tesis separatistas y de subversiones y sobre todo un gran conocedor de los chanchullos y estafas argelinas.
Ejemplos entre otros que ilustran elocuentemente la imperiosa necesidad del sentido común y el sentido común es que si no han servido 41 años de complots y conspiraciones contra Marruecos no pueden servir los próximos dos o tres siglos. De tal modo que en Argelia son tiempos de un indispensable cambio… de mentalidad: comenzar a buscar soluciones a los problemas y no problemas a soluciones existentes.