Barbara Barón con su padre ex jefe de los servicios de inteligencia de la policía española
(EL Mundo)
El sucio juego difamatorio que entabló Ignacio Sambrero contra Marruecos e, incluso, contra algunos de sus compañeros periodistas españoles.
Este periodista, obsesionado con el antimarruecos, lanzó una sucia campaña de desprestigio contra una periodista, una mujer española llamada Barbara Baron, acusándola de trabajar para la inteligencia marroquí, y basándose en sus denuncias maliciosas de que la interesada había trabajado anteriormente como corresponsal de un sitio web marroquí, propiedad de Ahmad Al Shari’i, propietario de Global Media! Y el año pasado publicó una foto de Abdelatif Hamouchi recibiendo al jefe del Centro Nacional de Inteligencia de España durante su visita a Marruecos, publicando asimismo un artículo hablando de la mano tendida del Rey Mohammed VI hacia Argelia.!
Es realmente lamentable que Ignacio Cembrero intentara asignar la etiqueta de « sospechoso » por simplemente publicar artículos para una empresa de un medio marroquí, hasta el punto de que todos los que trabajan con un banco, una empresa o un periódico marroquí, se les considera un espía hasta que se demuestre lo contrario.
En efecto, el populismo de Cembrero le hizo considerar publicar o republicar una foto de un oficial de seguridad marroquí en su página Facebook es una « presunción o evidencia concluyente » de participación para Marruecos. Además, el interesado trató de retratar la publicación por parte de la citada periodista de una noticia sobre un discurso real como un crimen de espionaje en toda regla.
Al margen de las « surrealistas denuncias de Ignacio Cembrero », cabe recordar
la sucia campaña de este último no puede separarse de la campaña mediática francesa.
Los sistemáticos ataques contra los intereses de Marruecos, ya que ambos intentan retratar a todos los que escriben positivamente sobre Marruecos, o, por la lucha por la justicia de su causa, o al menos contradice la tesis de Argelia y el Polisario, son
« agentes » financiados por los servicios de inteligencia marroquíes.
Esta campaña de intimidación y sospecha es un plan intencional, dirigido y expuesto, presentando a Marruecos como un « país canalla » que espía a todos los países, incluidos los amigos,
Es una propuesta que se cruza mucho con la campaña de Pegasus que la prensa francesa lanzó anteriormente, en coordinación con Amnistía Internacional.
Este plan de traición también trata de sembrar dudas y aprensiones en el corazón de todos los periodistas, parlamentarios y políticos extranjeros que creen en la justicia de la unidad marroquí, y que están en buenas relaciones de amistad con Marruecos. Y después de sembradas las semillas de la duda y la desconfianza, llega la siguiente etapa, que es empujar a éstos a encerrarse en sí mismos y temer la simpatía o escribir sobre Marruecos, para que no lo hagan màs, acusándolos de supuesta colaboración, como lo hizo Ignacio Cembrero con su compatriota Bárbara Barón.
Lo peligroso de la sucia campaña de desprestigio en la que se vio envuelto Ignacio Cembrero es que se ha basado en sus « autohipótesis motivadas por el odio a Marruecos » para acusar a su colega Bárbara Barón de trabajar para Marruecos, identificando su supuesta misión de inteligencia al publicar la foto del Director General de la Dirección General de Vigilancia del territorio (DGST), como si tales imágenes necesitaran canales transfronterizos para llegar a opinión pública española.
Irónicamente, Ignacio Sombrero se contradijo rotundamente.
El hombre afirmó que Ahmed al-Shari’i, quien lo acusó de reclutar a Barbara Barron, le ordenó que « asignara una misión publicando la foto de Abdel Latif Hammouchi », antes de contradecirse y confirmar que la agencia oficial de noticias española, EFE, también publicó un recorte de prensa acompañado de imágenes de la entrevista encuentro que reunió a Abdul Latif Hamouchi con su homólogo español!! Si la agencia oficial española ha publicado la imagen ¿por qué la inteligencia marroquí puede interesare en hacerlo en otro medio…
En otro contexto, y lejos de la acusación de defender a la periodista española Bárbara Barón, porque aquí solo defendemos los intereses de Marruecos, lo asombroso es que Ignacio Sombrero está tratando de amontonar y orientar a la prensa española en una trinchera, que es « atacar Marruecos y considerar a su inteligencia como un aparato fuera de la ley! ».
De tal modo que Ignacio Sambrero no solo trata de confiscar la libertad de prensa y de expresión, quiere asimismo ejercer tutela y cuarentena sobre sus compatriotas
bajo pena de difamación y calumnias, como hizo con su colega Bárbara Barron.
Y aquí hay que llamar la atención de Ignacio Sambrero, y con ella de la opinión pública nacional, que las leyes autonómicas aprobadas por las « autonomías locales españolas » reconocen desde 2017 lo que ahora se denomina « empresas de relaciones públicas » que adoptan la incidencia y mediación mediática en sus casos
la relación con los intereses y la imagen general de países y empresas. Incluso en España ya están disponibles decenas de empresas similares que practican el cabildeo como mecanismo de participación política en la toma de decisiones públicas.
Para ser claros, Ignacio Cembrero se da cuenta o tal vez no sabe que incluso las agencias oficiales españolas, entre ellas la agencia de noticias EfE, cuentan actualmente con una empresa auxiliar ¿Abogar y mediar en relaciones públicas? ¿Sabe, y con él la opinión pública, que la obra de esta empresa es legalmente reconocida y socialmente requerida siempre que se separen los ingresos comerciales.
¡Y la línea editorial!
¡Y aquí está la madre del cordero, como se dice. Era preferible para Cembrero que, en vez de difamar a su colega Barbara Baron, revisar los supuestos puntos de intersección entre su línea editorial y la misión de su padre, quien era director del Servicio de Información en la Policía Nacional española, no tener prejuicios contra ella, como suele tener prejuicios contra todo lo que es marroquí ¿Son estos síntomas de la « fobia a Marruecos » que afectó recientemente a algunos periodistas españoles y a los franceses por igual?