Rechazaron los cortesanos de Almanzor un alfanje que algunos de sus vasallos querían regalarle, por considerar que su hoja era corta. Enterado el gran jefe árabe, ordenó que le mostraran el arma y, tras admirar la belleza de su damasquinado y de las piedras que la adornaban, dijo que la encontraba perfecta, y que obsequiara con esplendidez a quienes la regalaran.
—Pero, señor—se atrevió a objetar uno de sus ministros—, la hoja de ese alfanje es corta…
—No hay arma corta para un valiente—respondió Almanzor—. Con dar un paso adelante se suple con corazón lo que falta d acero.