Terrorismo…todos los terrorismos: efectos colaterales Imrani Idrissi Hamid

Por eso, en los atentados de Barcelona lamentablemente era de esperar una respuesta radical contra el Islam y los musulmanes y más concretamente contra la comunidad marroquí por ser los asesinos de origen magrebí. Apoyados por algunos medios de comunicación con colaboradores que se han convertido « en segundos » en especialistas en temas de terrorismo y de Islam, aunque en realidad no sepan diferenciar entre árabe, musulman e islamista, pero sí, opinando con furia y odio y vomitando información que llega sin filtro a la población en un momento de pura necesidad de encontrar culpables. Exactamente lo que buscan los terroristas. Y para aumentar el odio contra « el moro » se centran en el origen natal olvidando, que muchos son de generaciones nacidas y criadas en países europeos y que lo que hay que poner en relieve no es de dónde provienen sus padres o abuelos, sino quién gana cuando se amenaza la libertad y la convivencia pacífica.
Y es que llama la atención que sectores radicales de la derecha y determinados sectores de la prensa de inclinación anti marroquí han visto el cielo abierto para relacionar los salvajes atentados de Barcelona con Marruecos pero más aún destaca la postura de algunos « españolizados » que formaron parte de ese juego solo por el hecho de demostrar su sumisión se convierten en « vende-patrias ». Cada uno elige su forma de funcionar, aunque me quedo con el título de la publicación del veterano periodista Mokhtar Gharbi, que en este mismo medio infoMarruecos escribió « Protégeme Dios de mis amigos que de mis enemigos me encargo yo ».
La organización terrorista Daesh se creó tras la fatídica Cumbre de las Azores, que precipitó la invasión de Irak. Y antes, la organización terrorista Al Qaida, que fue creada por USA y sus amigos, quienes los preparó y los armó para combatir al Estado socialista establecido en Afganistán por el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) en 1978, durante la Revolución de Saur y que tuvo vigencia hasta 1992. Tenemos ejemplos claros con los mensajes intimidatorios que lanzan los terroristas después de cada crimen que comenten (con excepción del caso del atentado de París contra el periódico « Charlie Hebdo »), todos estos mensajes se concentran en objetivos militares y geopolíticos, no religiosos, por lo cual la solución del llamado terrorismo islamista hay que buscarla en los despachos de los políticos y no en las mezquitas.