Nerviosismo e inquietud y crispación extremas en los medios de la seguridad de los países occidentales. El atentado de Berlín no era màs que el preludio de una permutación del flujo terrorista internacional. La derrota o casi del terrorismo en Siria y en Irak crearía nuevas “zonas de influencia” del extremismo.
No. Nadie a nadie en Occidente puede interesar el fin del terrorismo en Oriente Medio y en parte en el Magreb. Fue creado para muy determinados fines estratégicos y geopolíticos que no logro cumplir exitosamente o, al menos, a media (más de 5 años de horror) de donde la epilepsia en algunos países como Francia ante el curso de los acontecimientos militares y humanos en Alepo y su multimillonaria campaña de intoxicación y mentiras. Curiosamente ni se captura al asesino del embajador ruso en Turquía (fue incomprensiblemente abatido) ni se captura a los jefes de Daesh al alcance de la mano en Mosul y en Alepo. Los que saben mucho no deben hablar.
Insistiendo tanto en la supervivencia de Daesh y otros grupos terroristas en Siria, los occidentales van a acabar viviendo la historia de un nuevo Dr. Frankestein.
Los esfuerzos de muchos de salvar a Daesh van a provocar un sismo en donde no se puede soportar. Berlín fue escenario de un comienzo que no va a pararse. En Oriente Medio mismo, el epicentro terrorista no va a desaparecer sino a desplazarse a otras zonas de la región. Y es que el terrorismo que tan hábilmente ha creado Occidente, a su frente Estados Unidos, Israel y Francia y en menor medida protegió Turquía y Arabia saudita y otros países de la región es una materia y como todas las materias nada se pierde, todo se transforma.
Debido a lo cual sería realmente imperativamente urgente ir pensando en un nuevo orden internacional, más equitativo, más justo y sobre todo, sobre todo más honesto. A falta de lo cual todos, absolutamente todos, incluidos los padrinos de Daesh y de opciones terroristas como “oposiciones moderadas” no vamos a ser más que un terreno abonado para los terroristas.