Tú, por ejemplo

Tocando las puertas de Américalatina México lejos de Dios y cerca de Estados Unidos Por Hassan Achahbar (*)

 

México comparte con Estados Unidos una atribulada historia y una fronteriza terrestre de tres mil kilómetros, la más larga del mundo, que también constituye una barrera psicológica casi inexpugnable. Tal vez sea por ello que los mexicanos estén hoy más atentos y más sensibles a cada uno de los pasos que da el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dispuesto según parece, a cumplir a rajatabla todo lo prometido durante su campaña.

   « Pobre de México tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos » es una célebre frase, atribuida al presidente mexicano Porfirio Díaz (1876-1911). La frase describe la difícil vecindad entre los dos países y cierto fatalismo en la relación bilateral siempre ventajosa para el Norte.

   Asimismo, hace 30 años, Alan Riding, un ex corresponsal del New York Times en México, retrató en su libro “Vecinos distantes” las grandes brechas que separan ese Norte de su Sur, las heridas sufridas por los mexicanos a lo largo de la historia y el desgastante complejo de un país “que tiene pocas defensas contra la potencia mundial”.

   Para más complicado aún, es la primera vez en 30 años que los “latinos” se ven hoy sin representantes en la Casa Blanca, no importando si son más de 55 millones los hispano-estadounidenses, la mayoría de origen mexicano, y si representan un 17 % del total poblacional y un 11% del electorado nacional.

   En efecto, el primer nivel del gabinete Trump está compuesto, en su diversidad de género, pensamiento e ideología, por blancos, excepto un afro-estadunidense y una asiática de origen taiwanés, todos reclutados entre “los mejores y más inteligentes” de la Unión.

   La firma en 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLACAN o NAFTA) entre Canadá Estados Unidos y México había contribuido en cierto modo a amortiguar el impacto de las barreras culturales, ideológicas, idiomáticas entre los dos mundos. Sin embargo, esto ya no es tan evidente. El Tlacan está en cuerda floja como lo ha sido el Acuerdo de Asociación del Pacífico (TPP), del que forman parte 11 países, entre otros, China y México.

   Quizás, el punto más sensible de la relación bilateral ha sido la firma este miércoles de la orden ejecutiva para iniciar la construcción de un muro de entre 10 y 12 metros de altura en el límite fronterizo. Consecuentemente, el viaje del presidente mexicano Enrique Peña Nieto a Washington, pactado para el 31 de enero, se ha visto cuestionado desde distintos sectores internos que consideran que ese muro es una « ofensa » para los mexicanos.

   “Hoy, nada menos, se nos está anunciando que el muro se construirá con una altura de 16 metros en toda la longitud de nuestra frontera, con un enorme gasto que el presidente de Estados Unidos buscará cargar a nuestro país. Me parece que lo menos que podría hacerse en estas condiciones sería no acudir, cancelar la visita a los Estados Unidos, y buscar una posición digna para México”, dijo el excandidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas.

   El propio presidente Peña Nieto ha dicho reprobar tal decreto. “Repruebo la decisión de Estados Unidos de comenzar la construcción de un muro que, lejos de unirnos, nos divide”, dijo presidente sin aclarar si acudirá o no a la cita del 31 de enero en la Casa Blanca.

   Sin embargo, en la tarde del miércoles, Peña Nieto informó que no acudirá a la reunión, aunque reiteró la “voluntad” de México “de trabajar con los Estados Unidos para lograr acuerdos en favor de ambas naciones ».

   “Esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes”, dijo a través de su cuenta de Twitter en reacción a una temprana declaración del presidente estadounidense diciendo que si México no quiere pagar el muro “será mejor cancelar la próxima reunión ». 

(*) Periodista especializado en temas iberoamericanos

 

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