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“Un MILAGRO en MALVINAS” Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón María Isabel Clausen (MIC) -Marisa – Escritora Argentina /Córdoba /Tucumán /España

Tribuna infomarruecos.ma

Al llegar al cementerio de los soldados de Malvinas esperé para ser la última en entrar. Llevaba un ramo de flores para colocarlas en las tumbas que no tuvieran. En ninguna faltaban. Hacía mucho frío esa mañana a pesar de ser verano y el viento parecía querer arrastrarnos del lugar. De pronto sin saber de dónde vino una cinta argentina, se abrazó a mis pies. Le hablé con mi locura de poeta y le dije: Hola, no te vi venir ¡Te trajo el viento ¡espera que deje estas flores y te regresaré a tu lugar. La doblé y la coloqué a mi costado, pero a pesar de las ráfagas no se movió de mi lado. Una cinta en el lugar se considera una bandera, y en verdad ninguna cruz tenía una igual. Quizás me quieras decir algo, le pregunté ¿quieres venir conmigo al continente? pues bien vamos y la coloqué sin mirar en el bolsillo de mi saco. El dolor que causa estar en el lugar penetra en tu cuerpo hasta no poder sentirlo. Busqué como siempre de recuerdo en esa tierra santa una piedrita blanca. Todas eran de colores mezclados. Antes de partir al continente debía despedirme de la Virgen. Ella siempre estará en el cementerio detrás de las cruces cuidándolas a todas, protegiéndolas y a los soldados que son suyos pero también míos.  En ese momento miré nuevamente al suelo buscando mi piedrita blanca, la levanté, la apreté fuerte en mi mano y corrí. Llegué hasta donde me esperaban, abrí mi mano y mostré mi tesoro de colección. ¡No era una piedra! Era la medalla de un rosario, y supe al instante que la virgencita me prometía que siempre estaría con ellos bendiciendolos. Desde entonces sé que mis chicos, héroes de Malvinas nunca estarán solos porque la Madre del cielo los protege con su manto y no lloré, sonreí agradecida. Cuando volví de Malvinas entendí que esa cinta que me abrazó, fue el alma de todos que me recibían felices. Muchos no creen en los milagros yo los sentí, los viví, los tengo aquí a mi lado son la muestra de que Dios y la Virgen no sólo existen, sino que también te escuchan. Lloré, me emocioné  por todos los que no habían podido llorar sobre sus tumbas. El milagro tiene un lenguaje especial. Es el lenguaje privado de Dios. La naturaleza habla de su  gloria. La creación es un canto de alabanza. La belleza del mundo es el esplendor de  su gloria. Los bendecidos se gozan. Los ciegos se llenan de alegría. Los paralíticos saltan de gozo, y los enfermos estrenan nueva convivencia al quedar limpios. Cada milagro es un signo elocuente de que María siempre viene a traer al mundo una promesa especial. Una  bendición nueva, traída por un amor generoso y fuerte, que llega de lo alto. Es que aun cuando muchos no crean. SI EXISTEN LOS  MILAGROS.

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