Said Chengriha: el general que sueña con lo imposible
Said Jedidi es periodista y escritor. Director de ingfomarruecos.ma y de conacebntomarroqui.blogspot y embajador de la Paz por el Circulo Universal de Embajadores de la Paz (Suecia/Francia)
El mundo entero, a excepción de la junta militar argelina, han saludado y siguen saludando el papel de Marruecos en la búsqueda de la paz en Libia y en otras partes.
Una vocación estratégica que organizaciones regionales e internacionales, servicios diplomáticos de varios países y numerosos medios de comunicación han acogido unánimemente el papel desempeñado por Marruecos para llevar a buen término el diálogo inter-libio, en el marco de la Comisión Mixta «6+6», alabando el compromiso activo del Reino en favor de una transición política en este país a través del proceso electoral.
En Libia o en otros países africanos con sus misiones de paz de la ONU, el Reino hace de la paz unja prioridad y un pilar de su política exterior, de donde la estima y la consideración de la comunidad mundial, a su frente Naciones Unidas.
Frente a esto, la junta militar argelina, con su milicia y garrapata del Polisario trata, afortunadamente, inútilmente sembrar el caos, el odio y la divergencia entre los países de la región y de fuera de ella.
Unos hacen uso de la palabra, de la buena voluntad y de su capital de credibilidad y de seriedad y otros de su milicia armada, de sus ridículas miras hegemonistas y de sus sueños geopolíticos perversos.
De donde y es absolutamente natural, los primeros realizan su empresa mientras que los segundos tropiezan en la misma piedra (milicia) mil veces.
Es la diferencia entre la vocación de la paz y la vocación de autosugestión expansionista, que, en este convulsionado mundo constituyen los parámetros de la imagen y del perfil de los países.
Pese a los patrocinadores del odio y de la división, el mundo quiere la paz.
Las milicias aunque se vistan de otra cosa, milicias se quedan.