Son pájaros sin alas, mis manos, y tus manos pero todas emprenden el mismo vuelo. A diestra y siniestra reman sin descansar en este mundo de contradictorias metas. Empujen y avancen a sabiendas de que pueden lastimarse entre las rocas invisibles del desatino horror. Rasguen el planeta dejando sus huellas de uñas sobre la arena húmeda del desencuentro y escriban poesías a la vida con tinta de espuma y optimismo. Guarden la esperanza de que alguna gaviota rescate sus mensajes de amor y paz y lo entregue al mundo ante una guerra sin sentido. Derechas e izquierdas, incansables bohemias cultoras de versos a veces inconclusos, no se detengan en busca de la paz perpetua. Manos que golpetean sin cesar buscando el sentido a las palabras supliquen el cese de toda contienda inconcebible. Fieles herramientas del trabajo cotidiano creadas por la mano de Dios desplieguen la fuerza y energía necesaria para organizar y desparramar en este mundo compungido la epidemia del bien y que todo el mundo se contagie. Manos solidarias vuelen hacia el infinito en búsqueda de las palabras, versos o poesías capaz de moldear como un artesano la espiga de la paz. Manos elegidas muévanse y eleven sus plegarias al sereno azul del firmamento para buscar del Supremo la paz que el mundo necesita.