Antes le pegaba bastante duro a Marruecos. Ahora sale a “dar fe” de que es el “más avanzado de toda África” y merece respeto. Por mucho que uno lo intente, no lograra recordar que algún español le haya vuelto a poner cara feliz a Marruecos después de o
Pero tenía que pasar y así pasó la pasada semana cuando Juan Carlos Acosta, uno de estos españoles que han escogido convivir con los musulmanes, ha optado enterrar, por el momento, el hacha de guerra con ellos.
No importa si mientras, le sigue tirando golpecitos bajos o lanzando otras de las feítas flechas de antes. Lo positivo es que ahora rechaza esa “altivez ibérica (que) es evidente en todos los casos de las relaciones con Marruecos”, el vecino “que se encamina a ser una ficha importantísima en esta parte del mundo”.
Es así como tras profundizar en la “reciente historia de Marruecos y su relación con España”, Juan Carlos Acosta se declara uno de los que creen que ese vecino de la altiva España “atraviesa por un milagro económico” y es el “más avanzado del Magreb” y “también de toda África”.
“Soy de los que piensa que estamos ante un grave prejuicio histórico respecto a un país, Marruecos, que viene de soportar infames injerencias, invasiones y crímenes de guerra de las potencias europeas en el siglo pasado, sobre todo de Francia y España y el protectorado compartido por ambas, para no adentrarnos en oscuras y cruentas cronologías anteriores, porque daría para muchísimos folios más, y que ese menosprecio perdura de una manera cerril sin ninguna lógica”, afirma.
El español tampoco para en elogios al referirse al “prodigioso giro que ha dado el rey Mohammed VI a las expectativas de una nación admirable en inversiones tecnológicas, sobre todo en cuanto a energías renovables se refiere, pero también la automoción, la aeronáutica y otras muchas ingenierías que se cuecen en las Universidades cada vez más pujantes de este sorprendente país”.
Este es pues, el Marruecos “que viene de soportar infames injerencias, invasiones y crímenes de guerra de las potencias europeas en el siglo pasado” que hoy se levanta y “está haciendo un esfuerzo evidente por extender su desarrollo a los estados subsaharianos, consciente de que tiene una posición privilegiada para hacerlo en base a su cercanía a Occidente, pero también a sus riquezas potenciales y, por qué no decirlo, a su dilatada historia, un compendio de imperios, etnias y culturas que se pierden en la noche de los tiempos”.