Said Jedidi es periodista y escrtior. Actualmente corresponsal en el mundo arabe de MVS (México) y consultor internacional
Desde hace meses, la dirección Marruecos/América Latina ha dejado de ser prohibida.
Rabat, Buenos Aires, Bogotá, Santiago de Chile, La habana, Lima o Santo Domingo, entre otras capitales son objeto de una intensa actividad diplomática con vistas a coordinar, ordenar e impulsar la cooperación bilateral con cada uno de estos y otros países.
Esta vez es o debe ser la buena porque se enmarca en la lógica continuación del ciclo de éxitos diplomáticos de nuestros país y porque es uno de los primeros resultados de la vuelta del reino a la Un africana y el enorme peso que le ha dado esto sobre el plano geopolítico.
De África a América Latina no hay ápice y nadie en el continente está mejor habilitado que Marruecos con sus múltiples afinidades y su vecindad (solo nos separa el Atlántico) y, todo habrá que decirlo, su bagaje cultural y lingüístico, con casi millones de hispanohablantes para jugar este punto de enlace entre África y Latinoamérica.
El reciente restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, además del negativo atavismo de los dirigentes de la isla caribeña tribuido enormemente a la baja del tono de quienes con la vuelta da fría.
Antes, durante y después de su re adhesión a la UA, Marruecos ha formado excelentes cuadros que están demostrando una alta eficacia diplomática en los países donde fueron afectados.
¿Y de cara a América Latina? Los que pretendemos conocer el tema nos permitimos el lujo de afirmar que, contrariamente a lo que pueden afirmar algunos, nuestro país carece de los valores suficientes para llevar a buen puerto esta magnífica aventura latinoamericana.