El histórico discurso real ante la 28 Cumbre africana el 31 de enero pasado, ha sido, según los observadores, un verdadero mapa de ruta en todos los sentidos y en todos los dominios.
Una lección, un primer plano sobre la vía que se debe adoptar para con algunas cuestiones, hasta entonces tabúes y un modo de empleo de manera correcta de las opciones nacionales.
Entre las nuevas y clarividentes lecciones de aquél histórico discurso figuraba el abandono de la política de la silla vacía que tanto perjuicio nos ha causado, especialmente en España.
Evidentemente no me refiero a las altas esferas del estado, sino simple y racionalmente a los actores asociativos, políticos, culturales, deportivos o de otra rama de la actividad en el mundo.
El discurso real de Adis Abeba fue una luz verde para atreverse, para explicar, responder y desmentir. Para no dejar la tesis única, el criterio único y la versión única.
Desde ahora en adelante, debemos estar donde nuestros detractores y sus domésticos nos difaman y nos calumnian. Tratar de inculcar a las audiencias la otra opinión, la verdadera y la justa.
Nada es más sano que responder a los adversarios y sus satélites y agentes. De hecho Marruecos tiene sólidos argumentos y un derecho internacional que le ilumina la vía y el camino. Pero, durante lustros nos comportamos tímidamente como si tuviéramos miedo de unos delincuentes teledirigidos contra nuestro país, sus intereses, su presente y su futuro.
Desde ahora en adelante debemos dar cara, hablar en voz alta, llamar al pan, pan y a los impostores lo que son y aceptar todas las invitaciones donde puedan haber marionetas enarbolando lecciones de la inteligencia militar argelina.
El rey h hecho lo esencial. Nos incumbe ahora a todos nosotros, en nuestros diversos dominio y actividades, coger la antorcha y seguir…
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